Liliana Mendez es nacida y criada entre anteojos. Con orgullo, habla de su abuelo, el primer óptico de la familia, quién se encargó de trasmitir el amor por la profesión. “Fue uno de los diez primeros ópticos del país, y uno de los fundadores de Lutz y Schulz, primer Instituto Óptico”.Hace 64 años, la mamá de Liliana, decidió seguir los pasos de su padre y continuar con el negocio familiar. San Andrés de Giles fue la ciudad elegida para seguir con el legado. Un 2 de noviembre inauguraron la Óptica “Santa Lucia”. Liliana, de pocos años, recuerda su infancia correteando en el negocio: “Me crie jugando, como los chicos míos, con los anteojos”.Cuando llegó el momento de elegir una carrera, Liliana se decidió por continuar con el negocio familiar. Confiesa que tenía pensado seguir otra cosa completamente distinta, pero como dice el dicho popular “la sangre tira” y Liliana le hizo caso. En la actualidad está festejando el aniversario 64 de la óptica y afirma con alegría que volvería a elegir la profesión que tantas satisfacciones le dio en su vida.Recuerda sus años de noviazgo con su marido, Ernesto “Gurulo” De Simone, quien también fue su compañero de estudio. “Como se salvó del servicio militar decidió acompañarme, y nos recibimos los dos de ópticos en el año 72”. Como su madre ya había decidido dejar el negocio, juntos se embarcaron en renovarlo. “Queríamos un lugar más grande y cómodo, se nos presentó esta esquina en la misma cuadra que estábamos. Es linda, tranquila y tiene mucho movimiento por la Iglesia y el Colegio de Hermanas”, cuenta sobre su ubicación en la tradicional esquina de San Martín y Mitre.Su hija Carolina De Simone, quien también decidió continuar con el legado familiar, cuenta que en la escuela secundaria siguió la orientación en docencia, pero que llegado el momento de decidir, sintió que debía estudiar para ser óptica.Sobre su familia, Liliana comenta: “Es muy fuerte en realidad, cuando estábamos estudiando, teníamos un profesor que lo había conocido a mi abuelo, y nos decía que hay pocos casos de cuatro generaciones abocadas a lo mismo. En muchos casos se da que sigue el negocio, pero no son las generaciones contiguas. Uno siente orgullo de que en la familia se siga dando, esperemos que los que vienen lo continúen”Entusiasmada, Liliana cuenta que su nieto de 6 años trabajó en la escuela las profesiones y ya anticipó su vocación por el cuidado de la vista. Lorenzo, hijo de Carolina, dice que “quiere ser como Lala (su abuela) que atiende a la gente y le lleva los anteojos para que los repare su abuelo Gurulo”. “A él le interesa sólo la parte social”, agrega Carolina entre risas.Al preguntarle sobre sus clientes, Liliana no duda: “son como nuestros amigos, yo atendí clientes hasta de la óptica de mi abuelo, y su familia sigue viniendo, nosotros sentimos que la gente nos apoya y acompaña, notamos la retribución, porque nosotros dedicamos nuestra vida a esto”.Además, destaca la importancia del aspecto médico de su profesión. “Es una relación con el paciente, hasta los fines de semana si alguien necesita algo saben que estamos”. Liliana asegura que apuntan a que los lentes no solo sean entendidos como “un accesorio estético, sino que sean una verdadera protección para el ojo”. No hay dudas: Toda su familia y ella se dedican a cuidar miradas.