El 28 de junio se celebra en todo el mundo el Día del Orgullo, porque un día como hoy pero hace 53 años sucedió la primera manifestación pública de reivindicación gay en un bar de Nueva York llamado Stonewall, donde gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, intersexuales, queers (LGBTTIQ+) cansados de los continuos hostigamientos de la policía, decidieron enfrentarla, rebelándose contra un sistema político que avalaba la discriminación, la persecución, el hostigamiento y la violencia sistemática contra la comunidad.

En nuestra ciudad este año se izó la bandera del orgullo en la Plaza San Martín, con la presencia de autoridades locales, concejales e integrantes del colectivo LGBTIQ+ de San Andrés de Giles junto a sus familias. Federico Civerra, referente trans local, estuvo a cargo del izamiento junto a Mateo, uno de los más pequeños del colectivo LGBTIQ+ gilense.

En diálogo con Federico Civerra en una fecha tan especial, nos contó que el acto de hoy fue muy emocionante. “Vamos logrando cosas importantes poco a poco, aunque todavía falta mucho. Este presente va abriendo nuevos horizontes, es un día para reflexionar y recordar a los que ya no están”.

Sobre lo que aún falta, Federico hizo hincapié en el cumplimiento del cupo laboral trans. La ley 27.636 busca que las personas del colectivo LGBTIQ+ puedan acceder a un empleo, para eso, la Ley establece que el sector público debe reservar al menos 1% de sus cargos y vacantes para contratarlos. “Ojala no tuviera que existir esta ley para que las personas trans puedan tener un trabajo digno”, asegura Federico.

Lamentablemente en San Andrés de Giles el cupo laboral trans está lejos de cumplirse. Actualmente la planta de empleados municipales es de aproximadamente 1.200 trabajadores, por lo tanto, alrededor de 10 empleados deberían ser del colectivo LGBTIQ+, pero actualmente tan solo una mujer trans trabaja en el Hospital.

Para ejemplificar una buena aplicación de esta ley, Federico analiza la experiencia de Chivilcoy: “es un municipio pionero en la implementación del cupo laboral trans completo, hoy tienen 16 empleados trans, muchas chicas salen de la ruta y como no tienen secundario les dan el trabajo con la condición de que terminen, es más, estas chicas terminan la escuela y después se reciben de licenciadas en enfermería y trabajan en el mismo Hospital de Chivilcoy, otras trabajan de administrativas, y en otras áreas como planta de reciclaje, concejo deliberante, entre otras.”

Respecto a la educación, Federico explica que “es obvio que las personas trans excluidas de su casas desde los 11 años no terminan el secundario, porque van directamente a trabajar a la ruta, porque la sociedad no les da otra cosa, no van porque lo eligen sino porque tienen que pagar la pieza donde viven, alimentarse, vestirse”.

En la actualidad, las mujeres trans en Argentina tienen una expectativa de vida de 32 años, justamente por vivir en condiciones precarias y ser víctimas de crímenes de odio mientras se prostituyen.

“A veces siento que volvemos para atrás en muchas cosas, veo que la gente es muy cruel, veo comentarios de gente que vive en Giles, que conozco, y que ponen cosas aberrantes en las redes sociales. Hoy también hubo gente enojada por izar la bandera de orgullo, cuando lo único que buscamos es respeto e igualdad”, concluye.

Sin embargo, Federico tiene en claro que los derechos se conquistan. “Con la cantidad de leyes que hay debería haberse generado ya un bienestar en la comunidad pero todavía no, toda ley que existe se milita hasta que se aplique como corresponda”, sostiene.

Todavía queda un largo camino por recorrer y más batallas por ganar para que todos podamos vivir en una sociedad más igualitaria, libre y respetuosa. Más allá de izar banderas, hace falta escuchar las demandas reales que tiene el colectivo y la voluntad política necesaria para que se cumplan las leyes y transformar de verdad su día a día.