A partir de las denuncias de fumigación en la Escuela N° 21 “Joaquín V. Gonzalez”, comenzaron a aparecer nuevos testimonios sobre el uso de agrotóxicos en nuestra localidad. Los primeros días de diciembre el grupo “Ambiente Saludable San Andrés de Giles” difundió en su página de Facebook las palabras de Elisabet Carelle, docente y vecina del paraje “El Candil”, quien narró un episodio del 30 de noviembre a las 12:20 del mediodía en la parada del colectivo de la RN N° 8, km 95, situada a 100 metros de su casa.“Vemos que un mosquito se encuentra fumigando el campo de enfrente y que se acerca hacia la parada tirando veneno en un momento en que el viento estaba para nuestro lado, y por ende, fumigó a quienes estábamos esperando el colectivo, a las personas que viven enfrente y a una verdulería que expone los productos que comercializa justo enfrente de los campos”, explica en su relato.Carelle logró sacar fotos de la fumigación, por lo que el conductor de la maquina detuvo su trabajo y se acercó a preguntar por qué lo hacía. Luego de charlar con él y advertirle sobre los riesgos que trae a la salud la exposición constante a los agroquímicos, aceptó dejar de fumigar porque “se levantó viento”. Según la vecina, en la verdulería desconocían la actividad que desarrollan los mosquitos, los cuales “ven con frecuencia por estar trabajando todo el día en ese lugar y residir al lado.” Frente al campo, aseguró, no sólo está el comercio de verduras, sino que también hay 3 casas.En su relato, también manifestó indignada: “estas personas deciden sobre el gran territorio del campo, la tierra, el agua, nuestra fuente de alimento y sustengo, sobre nuestra salud y forma de vivir, sobre nuestra enfermedad y manera de morir y están avalados por políticos y funcionarios que eligen cuidar las espaldas de los sojeros y fumigadores y no las del pueblo”. También destacó la importancia de generar conciencia para que “el agronegocio se vuelva inaceptable y para que podamos llevar adelante una producción ecológica de alimentos donde lo más importante sea nutrir, no vender y lucrar”.Asimismo, Silvina Sheehan, vecina que reside en calle 505 y acceso Colón, detrás del Colegio “Los Robles” dialogó con Infociudad sobre la problemática que la afecta desde que se mudó en el año 2006. Sus primeros reclamos comenzaron durante la gestión Ghione.Según el Código de Ordenamiento Urbano, su casa se encuentra en la zona complementaria rural, donde se prohíben las fumigaciones aéreas, pero se permiten las terrestres. A pesar de vivir aproximadamente a 15 cuadras del centro y detrás de un colegio, Sheehan afirma que “fumigan todos los años” el campo lindero donde siembran soja a pocos metros de su casa. “Llamé a la Municipalidad, hablé también con Gustavo Ojeda, y me dijo que los productos no son tóxicos, pero el olor es muy fuerte y se secan hasta las plantas”, las cuales, asegura cambia todos los años porque se terminan muriendo.Además, afirma que el año pasado, fumigaron un domingo mientras toda su familia estaba en el patio. “Tuvimos que entrar por el olor, mi beba al día siguiente estuvo con broncoespasmo. Cuando le consulté al pediatra dijo que era muy probable que sea por los agroquímicos”, relata preocupada y agrega “cuando veo que fumigan cierro todas las ventanas y me voy de mi casa”.Justo donde se ubica su terreno hay una franja libre de árboles, es decir, no cuenta con ninguna barrera que pueda frenar y reducir el impacto de los agroquímicos utilizados. Según la ordenanza local es fundamental contar con barreras físicas o naturales como montes que funcionen como “rompe-vientos para disminuir la dispersión de los agroquímicos”. Sin embargo, la plantación de soja del campo de al lado comienza detrás de su alambrado. A pesar de vivir en un barrio de casas residenciales, y a pocos metros de un colegio, los productores no tienen que pedir permiso para realizar fumigaciones en la zona.En 2014 realizó una denuncia en el juzgado de faltas de nuestra ciudad. También habló con el productor para que fumigue a más distancia y éste dejó un perímetro de 20 metros en promedio. “Siempre me atendieron bien en todos lados, pero nunca nos dieron una solución, porque todos los años sucede de vuelta”.