Cynthia en el Bar "El Tropezón". Foto: María Aramburu.
“En Giles nos conocemos todos” suele repetirse en cada charla donde los vecinos nos proponemos describir a nuestra comunidad. Entre tantos elogios a su forma de vida, esa cercanía que nos impone el pueblo es una afirmación unánime de cada relato. Sin embargo, ya no es parte de la realidad.San Andrés de Giles recibió una buena cantidad de nuevos habitantes en los últimos años. La migración provino de países limítrofes y también de los grandes centros urbanos. Esa posibilidad de vivir en un lugar “tranquilo” es una ventaja que este partido todavía conserva. En estos pueblos, la libertad es un baluarte que solo valoramos cuándo pasamos algunos días en esos lugares repletos de habitantes.Nuestra ciudad esconde grandes historias. El pasado fin de semana, La Nación en su edición online publicó un artículo del periodista Franco Spinetta que nos ubica cómo protagonistas principales. O por lo menos, eso sentimos cuando nuestro pueblo sale en los medios. “La escritora chilena que se enamoró de un pueblito bonaerense” es la historia que refuta esta idea de que “en Giles nos conocemos todos”.La nota de La Nación relata los días de Cynthia Rimsky, escritora del vecino país que eligió a la localidad de Azcuénaga para vivir. La oriunda de Santiago de Chile es autora de las obras: Poste restante, La novela de otro, Ramal, Fui, En obra, Los perplejos y El futuro es un lugar extraño. Este último título recibió el Premio Municipal de Literatura de Santiago y el Premio del Consejo del Libro y la Lectura.En la localidad vive con su pareja, con quien comparte la huerta de campo, un pequeño taller de carpintería y el estudio de escritura donde plasma su arte. La reconocida escritora suele explorar los pagos gilenses en una motito blanca. Recorrer los caminos rurales y las viejas, pero vigentes, pulperías parece ser parte de su rutina semanal.La motito de la escritora. Foto: María Aramburu.“Armo mis rutas y salgo. Me encanta ir a Los Ombúes, en Chenaut; en medio de la nada, en este almacén de campo no se pierde el espíritu de conversar. Y la señora hace unos sánguches. En Diego Gaynor hay un muchacho que sueña con ir a Chile. En Vagues un cachurero cuenta historias fantásticas en las que siempre sale victorioso. En Villa Ruiz conocí a una empleada de la escuela que jubiló y no puede volver a caminar por la misma vereda de la escuela, de pura pena que le da. En Azcuénaga me siento con Chapesone a mirar la ruta y a esperar que lleguen otros para comentar las últimas novedades. Me he dado cuenta que en el campo las narraciones se adaptan al formato de la fábula y eso las hace reales e imaginarias al mismo tiempo” detalló en la nota de La Nación.Esta historia nos descubre como ciudad. El poblado del interior bonaerense vivió su momento máximo literario cuando Alejandro Vignati, el gilense que sus publicaciones compartían con Gabriel García Márquez los primeros puestos en el ranking de los libros más vendidos de Europa, ponía en el papel historias que maravillaban. En este caso, los polvorientos caminos del Giles profundo condujeron a una premiada escritora a nuestros pagos ¡Bienvenida!