El presidente Javier Milei confirmó para junio el regreso de las retenciones a las exportaciones agropecuarias, una medida que busca equilibrar el flujo de divisas pero que genera expectativas encontradas entre los productores locales.Según el anuncio, los derechos de exportación volverán a los niveles previos al recorte transitorio de enero, con aumentos de hasta 7 puntos porcentuales en productos como soja, trigo y maíz.
El Gobierno justificó la decisión señalando demoras en la liquidación de divisas por parte del campo, aunque aseguró que la medida forma parte de un esquema ya planificado.
Soja: del 26% al 33%
Derivados de soja: del 24,5% al 31%
Trigo: del 9,5% al 12%
Cebada, sorgo y maíz: del 9,5% al 12%Girasol: del 5,5% al 7%
Efectos locales: entre la adaptación y la incertidumbre
Para los productores de San Andrés de Giles, el incremento llega en un momento complejo. Si bien algunos analistas destacan que el campo ya operaba bajo estos niveles impositivos antes de la baja temporaria, otros señalan que el cambio podría afectar la rentabilidad en un contexto de costos logísticos y financieros que aún resultan elevados.Desde el Gobierno, sin embargo, insisten en que la medida viene acompañada de un compromiso más amplio de reforma tributaria y reducción de impuestos internos.
Milei destacó que su administración ya eliminó 13 tributos y prometió avanzar en una simplificación fiscal, aunque sin dar mayores detalles ni plazos concretos.
Optimismo oficial vs. cautela en el sector
El Presidente aseguró que la inflación tenderá a cero hacia mediados de 2026, un pronóstico que, de cumplirse, podría aliviar parte de la presión sobre los costos de producción. Además, celebró el levantamiento del cepo cambiario como un paso hacia la “libertad económica”.
No obstante, algunos productores prefieren ser cautos. Ya que si la baja de impuestos no llega con la misma velocidad que el aumento de retenciones, el efecto neto para el productor puede ser neutral o incluso negativo. Mientras tanto, el mensaje del Gobierno parece claro: los exportadores tienen hasta junio para aprovechar la ventana actual.
La pregunta que queda en el aire es si ese plazo será suficiente para que el campo y las economías regionales como la de San Andrés de Giles puedan reacomodarse sin sobresaltos.
Lo que viene
Con el reloj corriendo hacia junio, los próximos meses serán clave para evaluar el impacto real de estas medidas. Si la prometida reforma tributaria avanza y la inflación, como aseguran desde el gobierno desaparece, el golpe podría amortiguarse. Pero si las condiciones externas o internas se complican, el debate sobre el equilibrio entre recaudación y competitividad volverá al centro de la escena.
Por ahora, el Gobierno apuesta a que el sector agroexportador confíe en el plan a largo plazo. El tiempo dirá si esa confianza se traduce en resultados concretos. Será cuestión de esperar…