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Ciudad

Al maestro, con cariño

Adriana y Candelaria. Madre e hija. Una misma profesión.
Con el fin de celebrar la labor de los maestros en su mes, Infociudad organizó un intercambio generacional. El objetivo fue conocer las perspectivas de una madre y su hija, ambas profesionales gilenses dedicadas a la educación. Conocé los desafíos que implica el proceso enseñanza/aprendizaje para Adriana Malone -Profesora de Educación Primaria que se desempeña en Jefatura Distrital de San Andrés de Giles- y Candelaria Pedretti -Profesora de Inglés, Directora de la Escuela Nº1 y también de la institución educativa de la localidad de Villa Espil-.IC: ¿Qué valores y herramientas resultan claves en la relación entre docentes y estudiantes?CP: Lo importante es generar un vínculo desde lo humano. Si vos no tenés una relación con el otro no podés transmitir ni recibir conocimientos. Para mí uno de los valores importantes a trabajar dentro del aula es el respeto. No solamente de parte de los chicos, sino también del docente. Hablo del respeto para preparar la clase, llegar a horario, corregir, en el trato, en el reconocimiento del otro. Ahora no se trata de ese respeto antiguo que se tenía por las maestras, al hablarles de “usted”. Creo que la relación va por otro lado. Es necesario tener un vínculo bueno, tener una buena comunicación para enseñar y aprender.AM: Yo creo que los contenidos, las estrategias, las didácticas van cambiando a lo largo del tiempo y van a seguir modificándose. De todas maneras, la educación debe ayudar a que el alumno alcance su mayor potencial. Tenemos que darle la confianza, la posibilidad y las herramientas para que se desarrolle. El otro objetivo importante es lograr la sociabilización, que el estudiante pueda integrarse a la sociedad. En cuanto a las formas, el desafío es buscar estrategias que capten la atención de los chicos. En mi caso, traté siempre de ir adelante con ellos usando videos, música y todo aquello que les interese. Llegó un momento, cuando empezaron a usar celulares y redes sociales, en que ya me costaba seguirles el ritmo. Pienso que hay que integrar la tecnología en la educación y usarla a favor. No podemos seguir sólo con el pizarrón, la tiza y el libro. El desafío es usar todo esto tan maravilloso que  atrapa a los chicos para que también crezcan como alumnos.IC: Si entendemos el uso de las nuevas tecnologías como uno de los desafíos para la educación, ¿dónde ven que está la clave para abordarlo?CP: El objetivo es llevar cosas nuevas a los chicos y acercarlos a conocimientos que les resulten útiles. La realidad es que también se aprende con ellos. Como docentes tenemos que estar abiertos a eso. El desafío también es enseñarles a usar un sitio web para investigar, o un traductor y darles las herramientas para que lo utilicen bien. Hay que subirse al tren de la tecnología.AM: Una vez charlaba con una estudiante del Profesorado de Historia que estaba preparando una de sus primeras clases. De entrada me dijo que iba a proponerles a los chicos que investiguen usando el teléfono. Pensar que pasamos de la prohibición del uso del celular en aulas, hace 7 u 8 años, a que una chica que está estudiando lo vea como una herramienta. El único trabajo es enseñar a aprender y a cambiar. Lo importante es transmitirles a los chicos la flexibilidad de adaptarse y despertarles el amor por aprender y la curiosidad.CP: Los chicos se involucran en la medida en que se sienten escuchados. Quizás te lleva tiempo, pero eso genera buen clima, trabajan más contentos y mejor. Así, ellos tienen confianza y dan más.IC: ¿Qué anécdota recuerdan que haya marcado su vida profesional?AM: Recuerdo algo que me pasó en la escuela de Villa Ruiz. Era un grupo bravo, donde los más vagos eran los más cariñosos, como a veces suele suceder. Un día llego a las 7 de la mañana, me doy cuenta de que no había llevado los anteojos y tenía toda la mañana clase. Entré al aula y les dije: “chicos, van a tener que ayudarme. Vine sin anteojos. Ustedes lean lo que escriban porque yo no veo”. Nunca tuve una clase tan tranquila. Los alumnos se ayudaban y se solidarizaban conmigo. No sé si a veces se portan mal porque uno se planta sin querer en una posición de más autoridad, pero la verdad es que eso me hizo pensar mucho acerca de la importancia de humanizarnos.CP: Recuerdo que una vez dije: “algún día quiero trabajar en una escuela como ésta”. Se trataba de la institución que se encuentra camino a Azcuénaga, que es chica con una comunidad tranquila. Su directora siempre tenía una palabra de aliento y de cariño. Decíamos que era la escuelita del amor. Hubo un tiempo en que me parecía que no me alcanzaba con lo que hacía dentro del aula. Ahí decidí concursar para trabajar en dirección. Hoy estoy feliz donde me encuentro. Ahora estamos trabajando en varios proyectos. Creo que ahí se esconden las anécdotas que se llevan los chicos. Desde marzo, en Villa Espil están pintando un mural de 600 metros acerca de toda la localidad. Pienso que no se van a olvidar más de esto. Implica trabajar en equipo, ponerse de acuerdo, integrar contenidos de Historia, Matemática, Arte, pero desde el interés. Para mí éstas son las cosas que te marcan como estudiante.IC: ¿Qué consejo le darían a quienes están iniciando su carrera docente?CP: Desde el 1995 que doy clase. Hoy me doy cuenta que lo que importa es ser firme en establecer vínculos. Les diría que transmitan responsabilidad, generen buenos hábitos y planteen las herramientas para sacar lo mejor de cada uno.AM: Creo que ser maestro es algo muy lindo, muy enriquecedor. Los chicos te dan alegría, vitalidad y te acompañan en ese desafío que es sostener la curiosidad por las cosas nuevas. También hay que saber que si la clase no anduvo muy bien, quizás es porque no supimos interesar a los alumnos o vincularlos con el tema. Se trata de ver por qué lado tenemos que encarar el trabajo como docente. Es una profesión muy gratificante siempre que uno le encuentre la vuelta para generar un vínculo humano bueno. Si no frustramos a los chicos, si les dimos ganas de aprender, de seguir leyendo, cumplimos la misión docente.

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