San Andrés de Giles, AR
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Cultura

Una Iglesia, un pueblo

Desde la plaza San Martín, una postal de la Iglesia actual.
Si vamos a la historia de nuestro San Andrés de Giles podemos decir que todo comenzó con un oratorio. También se puede afirmar que en el mismo lugar nuestros antepasados construyeron cuatro iglesias y que el primer matrimonio oficial fue de una pareja integrada por mulatos.La religión nos marcó a tal punto que un particular cura fue quien delineó el destino de la comunidad. Consultando a la Profesora e Historiadora Graciela León reconstruimos una parte importante de nuestros días.
 Historia familiarLa historia de nuestra parroquia tiene relación directa con el origen de San Andrés de Giles. En el extenso Pago de Areco, el Capitán español Pedro de Giles recibió del Rey de su país de origen una importante merced de tierra como regalo. Cuando el propietario tomó posesión decidió fundar una estancia que comprendía los territorios actuales de San Antonio de Areco y nuestra ciudad. La intención de Don Pedro fue dedicarse a la cría de mulas que posteriormente se comerciarían al Alto Perú para el trabajo en las minas.Las generaciones de los Giles van a tener un rol fundamental en los días previos a la creación de nuestro pueblo. María Rosa, única nieta de Don Pedro, contrajo matrimonio con José Ruiz de Arellano. El pintón muchacho español no poseía la fortuna de su esposa, todo lo contrario. En las actas que los unieron, José declaró como único valor “la decencia de su persona”. Esa característica tendrá gran importancia en los días posteriores.La pareja no tuvo hijos, pero en la estancia familiar criaron a muchos de niños de condición muy humilde. María Rosa falleció temprano y en su testamento no se olvidó de ellos ni de su esposo. Ruiz de Arellano fue declarado como único heredero pero con una condición particular: “José no podrá enajenar ninguna cosa de la herencia hasta tanto no sienta que ha llegado su ultima hora”. La bondadosa María Rosa fue una mujer muy creyente. A tal punto que una de las cosas que se planteó antes de fallecer fue aportar dinero para la construcción de la hoy reconocida Iglesia capitalina de la Merced. Antes había fundado la Capilla de San Antonio de Areco.Los años pasaron sin la nieta de Don Pedro. Ruiz de Arellano sin embargo no perdió el tiempo y se casó con María Teodora de Suero, pariente de María Rosa. Todo quedó en familia. La pareja no pudo realizar variantes con la gran estancia por el testamento antes mencionado. Pero si hubo un gris cuando el matrimonio decidió donarle a Francisco de Suero y Giles, hermano de Teodora, una parte de las tierras cercanas a la Cañada de Giles. Este muchacho tenía un conocido que moldeó el futuro de la capilla y nuestro pueblo: Vicente Piñeiro.Piñeiro, el soñadorEn los últimos años del siglo XVIII el Padre Vicente Piñeiro era el Cura de la Iglesia de Areco. El particular personaje recorría  la zona con frecuencia. En aquellos tiempos un terreno de campo salvaje con unos 100 pobladores diseminados en las cercanías a la Cañada de Giles. Esos habitantes le quitaron el sueño al religioso. Vicente sentía que quienes vivían allí no tenían ningún tipo de auxilio espiritual cercano, dependiendo únicamente de la Capilla arequera. Por tal motivo decide escribirle a Francisco de Suero y Giles con el propósito de que el propietario de esas tierras le permita construir un oratorio. La respuesta nunca llegó.En 1793 la justicia obligó al heredero a amojonar los terrenos que recibió. Esa orden logró poner en el mismo camino a los dos personajes principales de ésta historia. En la comitiva que conformó Suero entre agrimensores, vecinos testigos y guías estaba el Padre Vicente Piñeiro. Seguramente la recorrida le permitió al Cura reforzar su pedido.Cuando el grupo llegó al cruce del Camino Real a Cuyo (Hoy Av. Scully) y el Arroyo de Giles, Francisco miró al Padre y le cumplió su anhelo. En ese instante del soleado 8 de Octubre para San José y el Niño Dios, como consta en actas, se realizó la donación del territorio. Piñeiro tomó posesión y siguió escribiendo. Ahora debía ponerse en contacto con el Virrey y el Obispo de Buenos Aires para conseguir la autorización que le permita levantar el oratorio. El religioso usó una excelente estrategia en su pedido indicándoles a las autoridades que “sería una gran decisión pensar un pueblo alrededor de la obra”. La historia estaba comenzando.Las 4 iglesiasMientras esperaba respuesta Piñeiro, fiel a su estilo, puso manos a la obra. Primero eligió el lugar para el oratorio: la actual esquina de Belgrano y San Martín; luego marcó el lugar de esparcimiento donde hoy está la Plaza y por último empezó a lotear para conseguir dinero que le permita montar la estructura.A principios del siglo XIX llegó el permiso. El oratorio y las construcciones de los primeros “ranchitos” comenzaron con gran entusiasmo de los pobladores. En 1806 el sueño de Piñeiro quedó inaugurado, el 30 de noviembre rezó la primera misa. Allí nació nuestro San Andrés de Giles. Vicente luchó durante años, lo pensó, imaginó y cumplió. A los tres años de ese momento el mentor partió con Dios. Como dato anecdótico en el oratorio una pareja de mulatos fue la pionera en contraer matrimonio, los siguieron Vicente Cutillas con su esposa María Ángela Olivera, el caballera fue un gran colaborador con las instituciones y el primer historiador local.El paso siguiente del sector religioso fue lograr la independencia del curato de Areco. La política del Cabildo de Luján se había logrado previamente. No fue tarea sencilla, peleas, controversias, intercambios de acusaciones y algunos actos agresivos se produjeron hasta que en 1931 es declarada ayudantía de parroquia con sacerdote propio.En 1841 el oratorio quedó chico, es por eso que los vecinos lo derrumbaron y levantaron una Iglesia. Lo mismo pasó en la década del 60 del mismo siglo. Otra vez decidieron recorrer el mismo camino: demoler y construir. La tercera finalmente quedó inaugurada en 1864. Pasaron 100 años con el templo sin variantes, hasta que en 1965 se realizó la moderna obra que en la actualidad podemos apreciar.Descansar en pazLa historia empezó con un oratorio y culminó con la fundación de un pueblo. Mientras tanto la construcción de aquel “auxilio espiritual” para Piñeiro aportó entusiasmo a una población participativa. El cementerio fue una de las primeras obras que los juntó. El pueblo necesitaba uno, el lugar: el patio del oratorio.Más adelante los vecinos lo mudaron a la actual Calle Francia en la cercanía al arroyo. En ese sitio existió un problema con los animales que ingresaban sin inconvenientes a pesar del zanjeo. Los difuntos otra vez cambiaron de sitio. La zona de la Villa Mariño los alojó hasta el colapso. Cada vecino fallecido fue desenterrado y llevado al nuevo lugar en carretillas.La fiebre amarilla y el cólera provocaron la tercera mudanza. El conocido cementerio viejo fue montado por los vecinos destacándose la participación de Don Vicente Cutillas. Finalmente  en 1919 se construye el actual Cementerio Norte con una sola variante: por primera vez no se realizó ningún traslado.

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