Hoy es el Día del Radioaficionado y decidimos homenajear al vecino Obdulio “Chiche” Stopiello, quien durante la Guerra de Malvinas cumplió un papel fundamental para conectar a las familias gilenses con los soldados que estaban en las islas.

En aquella época, cientos de radioaficionados argentinos de todos los rincones del país fueron convocados por la entonces Secretaría de Comunicaciones. Muchos de ellos fueron trasladados hasta Malvinas, pero muchos otros, siguieron trabajando y tendiendo redes de forma anónima en sus casas, poniéndose incluso en el riesgo de ser descubiertos, ya que durante la guerra, estaba prohibido realizar este tipo de comunicaciones.

Este fue el caso de “Chiche” Stopiello, quien fue radioaficionado desde sus 22 años hasta 1998. Cuando le tocó hacer el servicio militar fue designado al área de las comunicaciones y desde ese entonces empezó a crecer su interés por la radiofonía, comenzó a visitar cada vez más al vecino Pedro Brovia y a Héctor Fraiese, también radioaficionados y curiosos de nacimiento.

Cuando se produce el desembarco en las islas, el vecino y oficial del ejército Carlos Beltrán, le preguntó a Chiche si podía comunicarse con Malvinas. Enseguida le dijo que si y en una hora encontró la frecuencia. Así comenzó una comunicación frecuente que se extendió durante casi toda la guerra. Se llamaban “Chiche” y “Carlitos” para no ser identificados, y se hablaban en códigos para no levantar sospechas. Muchos vecinos llegaban a su casa por esa época para poder hablar aunque sea 10 minutos con sus familiares en Malvinas.

El relato de Chiche está incluido en el libro de Graciela León sobre Malvinas. Allí el vecino cuenta en primera persona su experiencia. A veces se iba a las afueras de Giles para evitar las interferencias de las líneas de alta tensión y lograr una mejor comunicación. Hablaban durante la mañana, la tarde o la noche. Gracias a su buena predisposición muchas familias pudieron sostener el contacto y la esperanza intacta durante lo que duró el conflicto.

Algunos días antes de la rendición terminó su contacto. El propio Chiche cuenta en el libro de Graciela León que se notaba la tristeza y el cansancio en la voz de los soldados, y que de fondo había ruidos constantes: se oían los cañonazos.

Después de la guerra, mantuvo una amistad especial con “los muchachos de Malvinas” como los llamaba él. En 2018 los Veteranos de nuestra ciudad lo homenajearon un 2 de abril y le reconocieron en vida su gran tarea. Hoy queremos recordar su compromiso con las familias de nuestra ciudad en un momento tan difícil. Como dijo Chiche en el libro de Graciela: “el radioaficionado siempre debe estar al servicio de la comunidad, dispuesto a tender una mano donde se la necesite”.