Caminando por la zona céntrica de Giles encontré una vidriera que genera nostalgia. Entre el calzado actual; un yunque, antiguas hormas, cepillos y otras herramientas decoran el local más tradicional si de zapatos se trata. La zapatería Falabella cumplió el pasado 1° de mayo 70 años de trayectoria en nuestra ciudad y decidió celebrarlo exponiendo lo más sagrado: las herramientas que iniciaron el honroso camino.La noticia rápidamente se hizo eco en los medios de comunicación y por ende en la comunidad, principalmente en el barrio donde la legendaria zapatería es palabra mayor. Las siete décadas del comercio es sin dudas parte del patrimonio gilense, un sinfín de historias pasaron por las paredes de un lugar que en su momento también cumplió una función social.La historia de Calzados Falabella comenzó a principios del siglo XX cuando desde Italia Don Rafael llegó a nuestro país. Él fue uno de los pioneros en realizar compostura de calzado en Giles, actividad que desempeñó a lo largo de su vida. En 1947 su hijo Raúl decidió ampliar el negocio familiar abriendo el primer local de venta al público en la misma zona donde en la actualidad funciona.La tercera generación ligada al oficio la completó Orlando Orio (74), sobrino de Raúl, que se unió al emprendimiento cuando apenas tenía 13 años. “Era otra época, yo decidí dejar el secundario para venirme a trabajar con ellos” recuerda quien hoy continúa con la tradición familiar al frente del comercio. Cuando apenas era un niño aprendió el oficio observando el trabajo de su tío y abuelo luego de cada mediodía.En sus 70 años de trayectoria Falabella apostó a diferentes locales sin abandonar el barrio de sus raíces. Estuvo en plena Rivadavia en tres ocasiones; justo en frente del Supermercado Romeo y en la intersección con la calle Avellaneda donde hoy funcionan África y Open Sport. Desde hace poco más de una década en donde Rafael arregló el primer zapato es su actual local de atención al público.Orlando en sus pocas palabras esconde la emoción que le representa continuar el legado familiar. Recuerda a su abuelo lustrando zapatos en la tradicional silla y hasta incluso vendiendo billetes de lotería en el local; también me muestra las fotos de la época y destaca la prolijidad de aquellos caballeros que parecían estar vestidos de gala cualquier día de la semana. La sociedad cambió y el oficio también.Sin embargo hay cosas que no variaron, o mejor dicho visitantes que no cambian a la hora de elegir un calzado. “Tenemos clientes de toda la vida. Esta semana nos pasó que muchas personas recordaron momentos que están ligados a la zapatería. Algunos se acordaron de cuando venían con sus padres, otra que se había llevado de acá los zapatos cuando se casó” explica Orlando y agrega: “hay fieles que nunca nos abandonaron”.Junto a Grimoldi, Longino, Casa Manso y Ruiz dieron los primeros pasos en el rubro, hoy solo Falabella logró mantenerse. “Hubo tiempos muy buenos, antes éramos pocos negocios grandes. Ahora hay más locales” explica Orio. Quien reconoce a la particular zapatilla Flecha como la más vendida de la historia: “antes era todo muy simple, no había mucho para elegir”.Familias enteras ingresan al local “para calzarse”. Las ocasiones especiales reinan en un lugar que tiene historias de momentos únicos como uno de sus tesoros preciados. “Hace dos años pensé en dejar, pero mi hija mayor me convenció de seguir un tiempo más” cuenta Orlando reafirmando que la decisión de estar al frente del comercio ya es una cuestión familiar.Finalizando la visita a Calzados Falabella, Orlando me muestra almanaques de 1950 y algunas bolsas de aquel tiempo. Su estado de conservación es admirable. El encuentro fue un grato viaje a otra época, en compañía de un prestigioso comerciante y su esposa que con atención y admiración presenció el relato de nuestro protagonista. “No hice otra cosa más que dedicarme a esto en los últimos 61 años de mi vida” sintetiza Don Orio, un fiel exponente de la pasión, el respeto y el amor en el trabajo.