German Rosso se define como un amante de los autos clásicos. Gilense de nacimiento, confiesa que llamarse “restaurador” es un título un poco grande para su actividad, aunque cualquiera que se cruce con alguna de sus obras, reconoce en su hobbie por armar autos antiguos un arte que trasciende la mecánica. Explica que su pasión “es una forma de vida”.Desde niño comenzó a interesarse en todo aquello que tuviera ruedas. Aún recuerdo sus años de adolescencia armando y desarmando motores. Nuestra amistad familiar me permitió conocer de cerca su amor por los fierros. German siempre anduvo con las manos engrasadas de tanto arreglar.su primer desafío fue a los 19 años, cuando decidió cambiar su Fiat 147 por el típico Fiat 1, pero ya en la agencia y a punto de cerrar el negocio, pasó algo inesperado. “En un rincón del lugar, atrás de todo, descubrí un Ford Fairline”, recuerda. Fue amor a primera vista y no lo dudó, aunque confiesa que lo primero en lo que pensó fue en cambiarle la pintura, era “un color amarillo horrible”. Luego de transformarlo en un imponente auto negro, German lo conservó durante siete años. “Me costó desprenderme pero sabía que quería ir por algo aún más viejo y hacerlo todo yo, por eso cuando lo vendí invertí en mi galpón y en la Coupe 46”.Actualmente cuenta con dos restauraciones completas de autos viejos propios y muchísimos modelos que le llegan para reparaciones específicas. Comienza a enumerar: “Ford A 31, Chevrolet 38, Ford Falcón…hasta ahora nunca me venció ninguno”. El modelo más viejo que llegó a sus manos es de 1928.”Llegó sin arrancar y se fue andando”. Afirma que arregló autos de otras marcas como Chevrolet y Dodge pero es fiel al Ford. “Amo los autos clásicos, pero si voy a armar algo prefiero que sea Ford”, sostiene.En la actualidad su mayor orgullo es su Ford Coupe 46. “La vi en un aviso en un diario, es medio raro conseguir una así con los papeles al día”, explica. Cuando la consiguió, hacia quince años que estaba tirada. “Al ojo de cualquier persona, era una chatarra inservible, pero yo sabía que era algo bueno, estaba todo roto y podrido pero tenía las partes originales”. Así, siguiendo su olfato, logró restaurar un auto que deslumbra a primera vista. “Le tengo más amor, porque lo hice todo yo”, aclara.German sostiene que la paciencia es fundamental para este tipo de actividad. El proceso para volver a darle vida a autos tan viejos comienza por “desarmarlo íntegro, luego se arenan las piezas y se limpia el acero hasta llegar al fierro puro, sin pintura, sin nada y ahí se ve lo que hay que hacerle y se arranca”, explica. Para mi sorpresa, asegura que todo se puede arreglar. “Desarmar un motor y que no sirva es poco probable, por lo general se rectifica y se repara lo que tenes”.Sin embargo, no todo es tan sencillo: “El que arma un auto original tiene una tarea más difícil al buscar las piezas auténticas”. Su Coupe tiene, según sus cálculos, un 90% de piezas originales. “Tiene muchas que no vinieron con el auto, las tuve que conseguir, pero la carrocería es todo original”.Las redes sociales juegan un papel fundamental en el ambiente de los autos clásicos. German comenta que la mayoría de sus amigos de Facebook pertenecen a ese mundo. “Hace unos años no me interesaba, pero cuando empecé a usarlo y ver que hay personas haciendo esto por todos lados, te da más fuerza para seguir”, expresa y aclara que “hay repuestos que si no los encontras en las redes sociales, no los conseguís nunca más”.Fue gracias a internet que conoció su próximo proyecto. “Encontré una Ford del 40 que es mi sueño, si bien es parecida a la Coupe que ya tengo, para lo que están en el tema, es un modelo distinto”. La particularidad que tiene, explica German, es la dificultad de encontrarla. “Hay muchos autos del 38, 37 y del 46, pero del 40 hay muy pocas, porque las usaban mucho para las carreras de autos de antes y las cortaban y las rompían, por eso desaparecieron”.Para este nuevo emprendimiento tiene una idea distinta. “Quiero hacer un estilo que se usa mucho ahora, Rat Rod, se basa en buscar piezas de distintos años y marcas y armar un auto no original, sino algo totalmente fuera de eso. Te permite abrir la cabeza e imaginar lo que quieras”. German no duda, y muy seguro explica que “eso, una vez que se tiene, no se vende nunca más”. No tiene remedio, nunca va a dejar de enamorarse de los autos que restaura.