


Nunca es tarde para cumplir un sueño y Ana María Diacobo es ejemplo vivo de esa frase. La vecina de San Andrés de Giles egresa con 73 años del CENS 451, la modalidad de Educación de Adultos. Logró terminar el secundario y llegó a ser abanderada por sus excelentes notas. Ana es un ejemplo de que siempre se puede encontrar el momento si hay voluntad. Su historia deja un mensaje inspirador.
Su recorrido educativo se truncó cuando terminó la primaria, con apenas 12 años. “Siempre me gustó leer mucho y estudiar”, recuerda Ana. Sin embargo, por aquellos años, la situación era distinta respecto a la educación. “Cuando fui chica, en aquella época no se usaba que las chicas fueran a hacer el secundario. Algunas sí lo hicieron, pero como yo era de una familia humilde, no se acostumbraba. Aparte yo venía de un colegio de monjas y para hacer la secundaria tenía que pasarme al Colegio Nacional, que eran mujeres y varones, yo era tímida, me daba vergüenza”, explica.
La vida adulta trajo nuevas responsabilidades que postergaron, una y otra vez, su deseo de terminar la escuela. “Siempre me gustó estudiar, pero bueno, después empecé a trabajar, después me casé, después tuve los chicos y siempre lo iba dejando”. Los años pasaron, hasta que un día, al ver la inscripción del CENS 451 en la puerta de la Escuela N°1, tomó la decisión final. Iba en auto con su hija Regina y le señaló: “Mirá, están las chicas ahí anotando para hacer el secundario, yo que siempre lo quiero hacer”. Fue su hija quien le dio el empujón definitivo: “Dio la vuelta a la plaza y se estacionó: ‘bueno, bajate y andá a preguntar'”, recuerda sobre aquel día que marcaría un antes y un después en su vida.
Así fue como Ana se acercó y se encontró con un grupo de docentes “amorosas” que la alentaron. “Me decían, ‘hágalo señora. Le va a gustar’. Ellas me entusiasmaron. Y sí, tuvieron razón. Se formó un grupo re lindo, fue una hermosa experiencia, me hizo bien. Cumplí lo que yo quería”, afirma con una sonrisa.
Sobre la experiencia de volver a las aulas, Ana destaca el esfuerzo que hacen muchas personas por retomar sus estudios. Valora especialmente a sus compañeras más jóvenes. “Las chicas que tienen hijos, qué sacrificio que hacen, porque no es fácil que vos después de trabajar todo el día y vas a tu casa a agarrar los libros, los chicos y venís. No es fácil”.
Del equipo docente del CENS 451 no tiene más que elogios: “Todos son muy buenos. Las profes son bárbaras. Siempre, si vos no entendés una cosa, te la vuelven a explicar con mucha paciencia”.
Hoy, a punto de recibir su diploma, Ana mira hacia atrás con una enorme satisfacción. “Es un sueño cumplido”, declara. “Siempre tenía una justificación… ahora lo pude concretar y estoy feliz”.
Aunque siente “un poco de nostalgia” por el cierre del ciclo y la despedida de sus compañeras, su historia es un ejemplo de perseverancia. Con la bandera celeste y blanca en mano Ana María Diacobo demuestra que el aprendizaje es un camino que no tiene edad y la educación una puerta abierta, que lleva siempre a buenos caminos.