Tras un año de trabajo participativo, el Centro Educativo Complementario (CEC) N° 801 eligió por votación democrática el nombre que identificará para siempre a la institución: “Teresa Balmaceda de Gallo”, una auxiliar que dedicó más de treinta años de su vida a cocinar con amor para los niños del establecimiento. El acto oficial de imposición del nombre se realizará el 15 de octubre a las 10:00, en una fecha cargada de simbolismo al coincidir con el cumpleaños de la homenajeada.
El proceso, iniciado en 2024 por el equipo de conducción, buscó saldar una deuda de identidad. Gisela Balmaceda, directora de la institución, explicó: “En febrero, cuando proyectamos el año de trabajo, pensamos hacia dónde queremos llegar y una de nuestras debilidades como equipo de conducción, fue ver que nuestra institución no tiene un nombre propio. Y tanto que trabajamos la identidad, surgió la idea de implementar el proyecto y llevarlo a cabo”.
Daniela Vanini, vicedirectora, detalló el riguroso proceso que iniciaron: “hay normativas vigentes que implican los procesos que tienen que llevarse a cabo, cumplimiento de tiempos y de diferentes instancias. Se trabajó desde el mes de junio del 2024 para garantizar que cada instancia cumpliera con los requisitos previstos y sobre todo generar la apertura a la comunidad”.
De una convocatoria abierta surgieron tres propuestas finalistas: Teresa Balmaceda de Gallo, Graciela Balvina de Ferretti y Héctor Cámpora. Los estudiantes investigaron las biografías y, tras una votación abierta a toda la comunidad el 9 de diciembre de 2024, resultó elegida la figura de Teresa. “La votación fue abierta a la comunidad. Es un acto democrático como cualquier elección”, destacaron desde la institución.
Teresa Balmaceda de Gallo trabajó en el CEC desde 1968 hasta el año 2000. Quienes la recuerdan, la describen como una buena persona cuyo cariño se transmitía en cada plato. “Era una persona muy dedicada y muy comprometida con su tarea. Los papás, que fueron ex estudiantes de acá, recuerdan comidas que elaboraba con mucho amor. Ese granito de arena que es un extra todos los días”.
La familia de Teresa, que aceptó emocionada el homenaje, valora que esta imposición de nombre sea, en cierta forma, la despedida que nunca pudo tener. “Ella se jubiló y, lamentablemente, enfermó, por lo cual nunca se le pudo hacer una despedida. La familia hoy considera que es una forma de honrarla y que tenga ese reconocimiento”, explicaron.
Entre los sabores que perduran en la memoria colectiva, se destaca un postre en particular: “Uno de sus postres que todos comentaban cuando hicimos la historia de Teresa fue el yogur casero”, recordaron con afecto. El acto del 15 de octubre, abierto a la comunidad, sellará con emoción el nuevo nombre de una institución que, para muchos, ya era una “gran familia”.
* Biografía de Teresa Balmaceda de Gallo, realizada por los alumnos del CEC, con la colaboración de su familia
Teresa Balmaceda nació en San Andrés de Giles el 15 de octubre de 1932. Su padre fue Juan Balmaceda y su madre María Funes. Tenía cinco hermanos, cuatro de ellos mujeres y dos varones. Desde pequeña vivió en una casa ubicada en 9 de Julio y Moreno de San Andrés de Giles.
Inició sus estudios primarios en la Escuela N° 1, pero debido a la situación económica familiar tuvo que dejar los mismos y comenzó a trabajar como empleada doméstica para ayudar a su familia. Ya de adulta pudo cumplir su sueño de terminar la primaria en un turno vespertino de la EP N° 12. A la edad de 20 años, en el año 1952, contrajo matrimonio con Alberto Gallo. En 1954 nacía María Delia, única hija de Teresa.
En 1968 comienza a trabajar en el Centro Educativo Complementario N° 801, ubicado en calle Rivadavia (viejo edificio), como auxiliar de cocina, y posteriormente como cocinera junto a Teresa Jonte, Graciela Crosetti, Sara Crosetti, Ángela Passaro, Raquel Bonelli y Zulma Ruggero, entre las personas que recuerdan sus familiares. Cada día antes de ir a trabajar se arreglaba, se pintaba, se “acicalaba”, nunca le faltaba el labial y el rubor, ella decía que quería verse bien por ella misma, por sus compañeras y los alumnos. Su familia describe a Teresa como una persona alegre, chistosa y feliz.
Su rutina comenzaba en la cocina planificando el menú semanal, según lo que había en la despensa, pero sin dejar de tener en cuenta los gustos de los niños; en ese sentido los chicos pedían milanesas con puré, lo cual Teresa les preparaba. En ocasiones también risotto con peceto, comenta que fuera del horario de trabajo la acompañaba a revisar si el yogur casero que estaba preparando tenía el calor apropiado, rotando los potes de vidrio para mantenerlo rico y fresco para el otro día. Así también hacía flanes caseros, dulce de leche y quesos con leche que le donaba un tambero de la zona. Preparaba grandes tortillas de papa en las asaderas para la gran cantidad de estudiantes que venían, primero pelando bolsas y bolsas de papas a mano… hasta que llegó la peladora automática, y su familia recuerda la gran alegría de Teresa al considerarla una “salvación”.
Así recuerda su familia que transcurrían los días de su vida laboral en el CEC, y mencionan especialmente el vínculo con las compañeras y los alumnos, que también eran su familia. Durante 32 años se desempeñó en esta institución. En el año 2000 obtuvo su beneficio jubilatorio, pero como ella no estaba trabajando por estar enferma, ese año fue como cualquier otro, pocos fueron los que recordaban su paso por el CEC.
Poco pudo disfrutar de esta nueva etapa, ya que falleció el 27 de febrero del año 2001.
Tal vez este es el momento de homenajear a una persona, que dedicó su vida a brindarse para los demás, ya que el paso del CEC para Teresa no fue solo un trabajo sino parte de su vida.