La crisis sanitaria por el fentanilo contaminado sigue en aumento. Este martes se confirmaron 20 nuevas muertes: tres en Formosa, una en Córdoba, siete en Santa Fe y nueve en Bahía Blanca. Con estos casos, la cifra total de víctimas asciende a más de 96, aunque las autoridades sospechan que podrían existir decesos no registrados oficialmente.
La investigación apunta a determinar si hubo fallas o irregularidades en los controles que debía ejercer la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) sobre los laboratorios implicados. Por eso, una fiscalía federal revisa los últimos cinco años de gestión del organismo.
En paralelo, el juez Ernesto Kreplak ordenó una pericia clave en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata para examinar ampollas de fentanilo no contaminado y reconstruir el circuito que recorrió la droga. Según fuentes sanitarias, los lotes adulterados ya fueron retirados de circulación, pero la causa judicial avanza con múltiples allanamientos, y hasta ahora 24 imputados, entre los que se incluyen dueños, directivos y profesionales de los laboratorios involucrados.
El fentanilo es una droga de diseño cuya acción es similar a la morfina. Sintetizado a principios de la década del 60, su uso se generalizó gracias a su capacidad para disminuir, rápidamente y a dosis bajas, la percepción del dolor postoperatorio o de ciertos cánceres. En la actualidad, es uno de los compuestos más utilizados por su potencia analgésica.
Sin embargo, paralelo a su uso terapéutico crecieron la prescripción médica indebida y su empleo como droga de abuso e, inclusive, como arma de guerra. En los últimos años la expansión de su consumo en Canadá y en los Estados Unidos encendió una alarma frente a lo que las autoridades sanitarias de esos países califican como una verdadera “epidemia”.