Con profundo dolor, la Iglesia Católica y el mundo entero despide al Papa Francisco, quien falleció hoy a sus 88 años. El primer pontífice latinoamericano, conocido por su humildad y su compromiso con los más vulnerables, deja un legado de cercanía y de una iglesia “de puertas abiertas”. Desde Infociudad hablamos con el padre Daniel Blanchoud, sacerdote gilense, que tuvo la oportunidad de conocer al Santo Padre en 2016, cuando viajó a Roma, siendo por aquel entonces Rector de la Basílica Nuestra Señora de Luján. Sobre su partida, el presbítero Blanchoud nos compartió un emotivo mensaje y reflexiona sobre el legado de Francisco:
Hoy amanecimos con una noticia que nos descolocó a todos. Ayer lo habíamos visto, tal vez sí, agitadito, cansado, pero con luz de esperanza que se estaba reponiendo. Esta mañana amanecemos con la noticia de que el Papa Francisco ha fallecido a partir de la casa del Padre.
Si lo conozco, particularmente cuando fui rector en la Basílica de Luján, y él iba a presidir la misa de la Peregrinación Juvenil, solía llegar temprano, a eso de las cinco de la tarde, y después de charlar un ratito conmigo y compartir algunas cosas, sus proyectos, sus ideales, sus inquietudes, se retiraba a confesar. A eso de las seis de la tarde ya estaba confesando, generalmente después había como una pequeña entrevista así con algunos periodistas, y luego volvió a confesar casi hasta la medianoche. Cortaba un poquito, cenaba muy muy frugal, que siempre me llamó la atención, y después volvía a confesar un rato más.
Eso habla de su entrega, de su apostolado, y siempre me llamó la atención, antes cuando él venía a Luján, ya era un hombre grande, y a veces cuando nos ponemos un poquito más grande, nos ponemos con ciertas dificultades en la vida. Sin embargo, él siempre estuvo atento. Después tuve la posibilidad de ir a Roma un par de veces, para el jubileo de los santuarios, eso fue en el contexto de la canonización también del Curita Brochero, y después en una visita organizada por la colectividad polaca, que me había invitado a presidir las fiestas patronales en Polonia.
Allá hay dos imágenes de la Virgen de Luján, y yo fui a presidir la Eucaristía, no sé polaco, aclaro, por las dudas, pero había un sacerdote que iba traduciendo en honor a la Santísima Virgen de Luján, ya que en Polonia hay dos iglesias que tienen una imagen de la Virgen. Ahí lo vuelvo a ver, y entonces me mira y me dice, otra vez acabó, ¿cuándo vas a estar en la Basílica? Fijense, esa chispa que no perdió hasta último momento, y esa memoria, es decir, sabía más de mí que yo mismo. Y cuando esta mañana surge esta noticia, me pasaron muchas cosas.
Lo primero fue su enseñanza. Desde el primer día, cuando él asume como papa, hace un gesto que no era común hasta ese momento, que es pedirle a la gente que estaba en la Plaza San Pedro que lo bendijera, para su nuevo ministerio, su ministerio petrino. Y así lo hizo la gente, se sintió muy en comunión con lo que le pedía entonces el nuevo papa, que muchos no conocían, obvio, había venido, como él mismo dijo, del fin del mundo.
Lo segundo que yo marcaría es la cercanía a los más desprotegidos, pronto de haber asumido, fue a Lampedusa, donde había habido un accidente muy feo con un barco con migrantes que querían ingresar a Europa por ese puerto. Hubo muchos muertos y el papa insistió mucho, no sólo ahí, sino en distintas oportunidades de darle cobijo al que está solo, en este caso a los migrantes, porque sin lugar a dudas para él se había violentado la dignidad de las personas. Y así también hubo otros gestos.
Él instituye el Día de los Abuelos, desde su ser abuelo también. Lo recuerdo en esa cercanía al papa Benedicto, no es común que dos papas estén vivos al mismo tiempo. Normalmente se elige el sucesor del papa cuando el papa ya ha muerto y acá en este caso convivieron, él le tenía mucha admiración a Benedicto y que hizo que fuera posible esa comunión tan necesaria. Un hombre que trabajó por la comunión dentro de la iglesia y con los hermanos separados. De hecho, una de sus propuestas casi últimas es que los cristianos, todos los cristianos, pudiéramos celebrar la Pascua al mismo tiempo. Hay iglesias que la celebran en el contexto de la Pascua, pero en otra fecha. Y él abogó mucho por eso.
Y lo último que me queda es que nos invitó en este año jubilar, a ser peregrinos, y el peregrino es el que va despojado de todo. Lo vimos hace poquitos días atrás, cubierto con un ponchito, y que fue a rezar a la tumba de San Pedro en la vigilia. Que también son datos que no son menores.
Le fue a decir al apóstol Pedro, que a lo mejor ya se sentiría un poquito débil, y fue a pedirle al apóstol Pedro, que está sepultado ahí en el Vaticano, que seguramente preparara su Pascua. Qué importante, lo último que nos deja es su bendición, porque ha sido un hombre que siempre ha bendecido, que siempre ha buscado hacer el bien. ¿Cuál es el legado que nos deja? Bueno, trabajar por los marginados, los que están solos, los que están lejos. Trabajar por la unidad de la Iglesia. Trabajar, en definitiva, por la paz. Él abogó mucho por la paz. Recemos, que es lo que él nos pidió también. Recemos mucho por él. Recemos por su eterno descanso.