Las celebraciones de Año Nuevo en San Andrés de Giles estuvieron marcadas por el uso masivo de pirotecnia sonora, pese a la vigencia de la Ordenanza 2.118 de 2018, que prohíbe su fabricación, comercialización y uso en el partido. La Municipalidad, que había advertido sobre multas y sanciones a comercios que vendieran petardos de estruendo tras los excesos registrados en Navidad, no brindó información oficial sobre la aplicación de dichas sanciones.
El incremento en el uso de pirotecnia sonora respecto al año anterior desató un fuerte malestar en algunos sectores de la comunidad. En redes sociales, varios vecinos expresaron su descontento, especialmente por la pérdida de mascotas que escaparon asustadas por los estruendos. Familias de niños con autismo también manifestaron su enojo e impotencia, resaltando el impacto negativo que este tipo de celebraciones tiene en su calidad de vida y en su salud emocional.
La falta de compromiso ciudadano frente a esta problemática evidencia que la pirotecnia sonora no es solo una cuestión legal, sino también social. Es necesario un cambio de conciencia que permita comprender el sufrimiento que estos actos generan en personas vulnerables y en los animales, para avanzar hacia celebraciones más respetuosas con todos los vecinos de San Andrés de Giles.