La “Gallina Turuleca” recorre una vez más las calles de San Andrés de Giles. Sus clásicos recorridos fueron interrumpidos por la pandemia, sin embargo ya está de vuelta haciendo felices a grandes y chicos. Los más pequeños paseando por las calles en sus vagones de colores, y los adultos que la recuerdan con nostalgia y mucho cariño porque también han estado ahí cuando eran niños. Generación tras generación, los gilenses son felices cada vez que llega a nuestra ciudad.
Cuando José Mario Suarez tenía 23 años comenzó a manejar el trencito, pero en ese momento tenía otro dueño, que lo armaba y desarmaba, y siempre terminaba roto. Un buen día se lo ofreció a José diciéndole “yo veo que te encanta, y vos sos el único que lo va a hacer andar”. José -que hoy tiene 70 años- recuerda con precisión aquel día: no tenía plata para comprarlo por más que quisiera. Así que lo invitó a comer un guiso que estaba cocinando su señora, y le ofreció a cambio del tren una ternerita, un caballo y un grabador. Así empezó esta historia que le cambió la vida a José, su familia y a los niños de muchas ciudades.
Comenzó a conducir la gallinita por todos los barrios de Mercedes, su ciudad natal. Pronto llegaron propuestas de Navarro y de a poco, sin darse cuenta, empezó a recorrer toda la provincia de Buenos Aires. Desde sus inicios anduvo por Lobos, Montegrande, Castelli, Dolores, Ayacucho, San Pedro, Ramallo, San Nicolás, Azul, Benito Juarez, y la lista sigue. “Cuando voy andando con el trencito por la calle, la gente nos ve y ya se empieza a reír”, cuenta feliz Pepe, como le dicen desde siempre.
Sus hijos son quienes manejan ahora el tren y continúan con esta hermosa tradición familiar. La respuesta de la gente siempre es la misma: alegría y mucho amor. “Mis hijos son cariñosos y llevan en su corazón el amor por la gallinita, hacen el trabajo como lo hacía yo, han aprendido a querer a la gente, a tener compasión de los que no tienen, por ahí vienen mamás que no tienen, y él las hace subir igual, esas son cosas hermosas, a la gallinita no solo va a subir el que tiene plata”, cuenta Pepe.
Se emociona recordando que Jonathan, quien condujo la gallinita por nuestra ciudad en esta visita, dormía la siesta en el asiento a su lado mientras daba vueltas en el trencito. Jonathan por su parte asegura: “lo llevamos en la sangre”. Cuenta que después de la pandemia, al primer lugar donde vinieron fue a Giles y que de acá se van para Carmen de Areco. Pepe no se cansa de decir que el trencito es lo que más satisfacciones le trajo en su vida.