


Esta donación de tierras, explica Rocha en su libro, fue un pedido del vecino Francisco Gurría, un comerciante socio del almacén de ramos generales José Terrén y CIA de Azcuénaga, que luego cambió su nombre y pasó a ser Francisco Gurría y CIA.Fue precisamente Gurría quien se entrevistó personalmente con Roca para que le vendiera tierras. Sin embargo, el General Roca fue más allá y le donó varias hectáreas, alrededor de 16 manzanas, que luego se convertirían en el pueblo de Solís, frente aquella estación que también fue posible gracias a la voluntad del ex presidente.
Luego de su segundo mandato como presidente (1898- 1904) el General Roca repartió su tiempo entre la gran ciudad y su estancia en San Andrés de Giles. Sus últimos años los vivió tranquilo en la pampa bonaerense dedicándose a las tareas de campo y a leer.El ramal que se fundó hace 127 años atrás dejó de tener actividad en 1992 y desde entonces no prestó servicios de pasajeros ni de carga.