VIITres cosas me llamaron la atención luego de aquel trastocado mediodía en el que tras haberme recuperado, y gracias a la ayuda de María y don Daffy, conseguí volver a casa.
Que durante el curso de muchos años no me volviera a sangrar la nariz.
Que durando mi restablecimiento, hallara debajo de una de las mesas de aluminio de la cocina del bar, dos imágenes de la Virgen: ambas de igual tamaño y triangulares, una de manto celeste y otra de tez morena de manto azul, un plato con velas, un pañuelo verde y montoncito de plumas y flores resecas.
Que de una de las orejas de María pendía, haciendo de aro, una mariposa amarilla y negra.