San Andrés de Giles, AR
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Ciudad

Un almacen, una familia, una historia

Imágenes gentileza de Ivan Engels, quien fotografió el almacen de la familia Alvarez
En los años 70, Rubén Álvarez trabajaba en Kilómetro 108, un paraje de nuestro partido a 11 kilómetros de San Andrés de Giles. En aquel tiempo atendía el almacén de ramos generales que proveía de alimentos y bebidas a la población rural de la zona. Las vueltas de la vida hicieron que se mudara junto a su familia a Giles y las puertas del almacén se cerraron. Hoy, después de tanto tiempo, su nieto Tomás está trabajando para reabrirlo. El lugar está tal cual y ver las fotos de su interior es como viajar en el tiempo.Tomas Álvarez, nieto de Rubén, decidió que la  cuarentena era el momento ideal para revivir el almacén en el que trabajó su bisabuelo y su abuelo durante gran parte de sus vidas. Así que se mudó con su novia a kilómetro 108 y organizó su rutina entre el estudio y la limpieza de aquel lugar que lo vio crecer.  “Yo principalmente quiero ordenar todo para darle una sorpresa a mi abuelo y que lo vea acomodado y vivo como él lo tenía”.Para explicar lo que significa el almacén, Tomas cuenta: “cuando era chico iba siempre a jugar ahí por eso creo que hoy lo siento mi lugar, además mi papá, mi tío y mi abuelo se criaron ahí” y recuerda unas palabras de su abuelo, quien dijo que al almacén “lo quieren mucho porque fue ahí donde crecieron económicamente y como familia”.Actualmente Tomas está estudiando abogacía en la UBA. Un poco antes que comience la cuarentena se volvió para Giles. Ahora, la modalidad a distancia le vino como anillo al dedo, y se hace lugar para continuar con sus lecturas. “La verdad que estoy chocho acá por la paz que hay”.Generalmente, los días de Tomás y su novia están abocados al orden y la limpieza de aquel almacén lleno de cosas de antes. “Ahora estoy separando cosas viejas para decorar, como botellas de ron, hesperidina, granadina, encontré hasta cajones de coca cola viejos de madera”, comenta. Sin embargo, me asegura que lo mejor que encontró fue la cabina telefónica que está dentro del almacén. “Es lo que más me atrapa, tengo recuerdo de jugar ahí adentro, hasta el día de hoy sigue funcionando las luces del interior, está en lindas condiciones”.Respecto al futuro, Tomas es optimista y asegura: “cuando llegue el momento y todo esto termine, espero poder abrir al público tomando todas las medidas legales para habilitarlo”. Sin embargo aclara que su objetivo principal es abrirlo para “darle ese regalo a su abuelo”.Tomás nos invita a imaginar un futuro cercano, donde podamos visitar el almacén de su familia, que es indudablemente un pedazo de historia local. Ya acordamos que la próxima entrevista será ahí, cuando finalmente esté abierto otra vez.

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