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Ciudad

Emoción y aplausos de pie para la obra de la Estación

La postal de la Estación en función.
Entrando al predio de la Estación, un nene que camina a la par de su mamá le pregunta: “¿Qué hay acá?”. Ella sonríe y con paciencia natural le empieza a contar que, en otra época no muy lejana, un tren pasaba cada día por allí. Pasajeros y cargas se transportaban con diferentes destinos, la mayoría de ellos con la intención de llegar a la tierra de las oportunidades: Capital Federal.Aunque parezca absurdo el desconocimiento sobre esa parte de la historia no es solo una curiosidad de ese nene, muchas generaciones crecieron sin conocer el verdadero impacto del ferrocarril que, en nuestro partido, por ejemplo, fue motivo de la fundación de varios pueblos.  Ayer, gracias a la obra “Silbatos lejanos y cantos de gorriones” muchos descubrimos un lugar mágico de nuestra ciudad y con él, la leyenda del tren Federico.La idea de ADEA y el Centro de Combatientes fue un total éxito. Cientos de vecinos se reunieron en la Estación cuándo el sol comenzó a caer. La postal ya era una exquisita pincelada que parecía salida de una gran pintura. Si bien habría que consultar la estadística, no sería descabellado afirmar que este espectáculo teatral fue el más convocante de la historia reciente. Familias enteras ocuparon cada espacio del predio. Esta fue la primera de las sorpresas de la noche.Cuando la función comenzó el silencio reinó en el lugar; este no era para escuchar lo que pasaba, la obra ya había logrado cautivar a su público. El espectacular contexto de una Estación en proceso de recuperación, objetos de aquellos años y personajes con vestimenta de la época, sorprendieron a los presentes que claramente no esperaban un despliegue como ese. Cada detalle fue pensado por la dirección, compartida por Jorge Bondino y Patricia Naser, quienes adaptaron los escritos de la docente e historiadora Graciela León.En el andén del tren transcurrió la historia. Desde los primeros años de funcionamiento, los hechos más resonantes que allí ocurrieron y hasta los últimos días de funcionamiento, allá por 1998, fueron representados por más de 100 vecinos que, con criterio y responsabilidad, caracterizaron a los pobladores de aquellos tiempos. A la par, mientras los locutores narraban el contexto, en una pantalla gigante se proyectaron videos y documentos históricos. La información fue útil para entender con mayor claridad lo que allí pasaba.“Esas bolsas pesaban 50 kg. hija, no sabes la fuerza que tenían los bolseros” explica un papá a su hija adolescente en el fondo de la función. Si existió algunos murmullos no fueron más que los comentarios repletos de nostalgia que despertó la obra. Es que los dichos de los personajes y algunas acciones, obligaron a los vecinos de mayor edad, que fueron acompañados de sus familias, a explicar algunos pasajes.La música y la danza también fue parte de la función. Artistas locales se lucieron con la música de aquellos años; la alegría del folclore, la calma religiosa y el misterio del tango tuvieron su momento. Las agrupaciones bailaron al ritmo de estas en cuadros que, por ejemplo, destacaron el rol social de las pulperías de la zona. Los días más felices, como aquellos muy tristes, se sintieron en el andén, en fin, por las vías pasaba la vida misma.Los momentos emotivos fueron varios, aunque sin dudas hubo dos que se llevaron los aplausos y las lágrimas de muchos de los presentes. El homenaje a los combatientes de Malvinas y la representación de aquella madre que esperaba a un hijo que no pudo volver de la isla, fue el primero. Mientras que la sorpresiva aparición de Remigio Pérez, el último jefe de la Estación, provocó el prolongado aplauso de pie de los presentes.El reloj marcó que desde el comienzo al fin pasaron 90 minutos. Cuando la espontaneidad reina, el trabajo de un centenar de vecinos logró detener el tiempo con un hermoso viaje a la historia misma. La obra permitió volver a escuchar el sonido del tren, algunos cerraron los ojos y solo recordaron, otros activamos la imaginación incentivada por la actuación del elenco que nos puso en una época de la que poco sabemos.“Silbatos lejanos y cantos de gorriones” demostró que el arte es necesario, que nuestra cultura nos une y que las historias del pueblo necesitan ser contadas. Párrafo a parte para los actores, muchos de ellos integrantes de la Asociación de Discapacitados en Acción (ADEA): cada representación fue una demostración absoluta de talento que no hizo más que despertar admiración y emoción en el público. Anoche, el tren volvió a pasar, aunque esta vez lo hizo cargado de inclusión y valores como el respeto, la amistad y la solidaridad. Esto último, muy necesario en los tiempos que corren.

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