La vida de Víctor Olavarría no fue fácil. Su infancia en Bariloche tuvo un antes y un después cuando falleció su mamá. Él y su hermano Raúl quedaron en el sur, mientras que a Irma, la menor de los tres, la llevaron a Bahía Blanca para que sea criada por una tía.Hasta la adolescencia, los hermanos se vieron poco y nada. Sin embargo, en lo profundo de sus corazones el amor seguía intacto. Irma comenzó a trabajar de chica, a los 14 años ya realizaba diversas tareas para ahorrar dinero con un solo fin: poder viajar a su ciudad de origen para estar un rato con sus hermanos.“Cuando a Víctor le toca el servicio militar es designado en Bahía Blanca. Imaginate, se pusieron felices. Mi mamá se acuerda cuando lo fue a buscar a la estación de tren; se reencontraron y habían proyectado una vida juntos” relata Lorena Zanger, una de las hijas de Irma a Infociudad.Aquel reencuentro fue en 1982. A los pocos días de su llegada, Olavarría fue a Malvinas. El soldado que soñaba con jugar en Boca Juniors, club de sus amores, se despidió de su familia con una sonrisa. Irma lo abrazó con todas sus fuerzas, sin saber que ese sería el último en 37 años.El plan Proyecto Humanitario permitió que Irma se reencuentre con su hermano, y Lorena con su tío, aquel héroe que permaneció en su memoria a pesar de que cuándo lo despidió tenía apenas siete años. Olavarría fue uno de los 112 soldados identificados en el Cementerio de Darwin.Infociudad, gracias al aporte del Centro de Combatientes local, pudo charlar con Lorena Zanger en el programa Feria Americana –se emite por FM Vall-. La docente contó entre lágrimas las sensaciones de tan emotivo viaje, recordó a su tío y explicó por qué decidieron que el héroe allí descanse.Infociudad: ¿Cómo es llegar al cementerio de Darwin, 37 años después de la guerra para reencontrarse con un ser querido que murió en combate?Lorena Zanger (LZ): La verdad es que cuando estábamos llegando con el avión el corazón te late tan fuerte que es difícil de explicar lo que se siente. Lo único que deseábamos con mi mamá, que es la hermana de Víctor Olavarría, es llegar al cementerio y poder darle ese abrazo que le debíamos de hace 37 años, que fue la última vez que lo vi yo con apenas siete años, vestido de soldado. Nunca más supe de él. Es muy triste.IC: Se sabe que en las Malvinas el clima no acompaña, pero cuando ustedes fueron al cementerio de Darwin salió el sol ¿Qué sentiste?LZ: Fue algo increíble, nos habían preparado para llevar abrigo, en el lugar habían carpas preparadas porque hacía mucho frio y había mucho viento, pero desde que llegamos el clima estaba calmo, no había nada de viento y cuando pisamos el cementerio, en un momento, salió el sol. Yo creo que fueron todos ellos que nos estaban esperando. El camino hasta llegar al cementerio es muy triste, muy desolador, uno siente que ellos estuvieron ahí tan solos, con tanto frío y todo lo que pasaron, y cuando llegas al cementerio y entras, sentís que es argentino, que están ahí, que es nuestro lugar y en ese momento salió el sol, realmente nos sentimos acompañados por ellos.IC: ¿Cómo fue compartir esta experiencia con otros familiares?LZ: Del viaje me traje primero la gente que organiza esto, la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas, que son totalmente admirables, tienen tanto cariño y amor por esto. Me quedo con todos estos gestos de amor de estas personas. Que un inglés haya cuidado a nuestros soldados y nos haya explicado que pudo darle sepultura con todos los honores, como lo hubiéramos hecho nosotros los familiares es muy sanador, saber que fueron cuidados y queridos de alguna manera. Del viaje uno se trae todo eso. Cada una de las familias tenía una historia de vida muy triste, ver a las madres mirando la tumba de sus hijos es impresionante, muy fuerte.Escuchabas a los familiares y hablan de cartas que no se escribieron, abrazos que no se dieron, hijos que esperaban a sus papás y no se conocieron, cada historia es muy triste. Cuando tuve la oportunidad de hablar con el Presidente Macri, lo primero que hice fue agradecerle y lo que le pedí fue que no se dejen de hacer estos viajes porque son muchos los familiares que aún no han viajado y merecen poder hacerlo.IC: ¿Por qué decidieron que Víctor siga descansando en las Malvinas?LZ: Nosotras no tuvimos tiempo de pensar si se quedaba o no, sabemos que él es un héroe que murió por la Patria, es triste dejarlo allá pero sabíamos que era lo que él quería hacer con apenas 18 años, luchar por nuestro país. El descansa en paz y para nosotras haber ido hasta allá fue cerrar esta tristeza, esta despedida que nos debíamos como familia. Ese lugar es argentino y está bien que ellos estén ahí.IC: Durante el viaje se pudo desplegar una bandera Argentina después de mucho tiempo, y si no nos equivocamos se acompañó con el himno cantado por Lerner. ¿Cómo fue ese momento?LZ: Hubo muchas conversaciones para que se pueda desplegar; por supuesto que hubo condiciones, no la pudimos izar en alto, la teníamos que tener de la cintura para abajo, pero también fue un gesto de amor y de diálogo poder desplegarla. Lerner es un ser maravilloso que nos acompañó con sus canciones, con su mirada, con su silencio. También fue un regalo como tantos regalos de Dios que recibimos en ese lugar y en ese momento.IC: ¿Cómo fueron tus días posteriores al viaje en Argentina?LZ: Nos sentimos muy acompañadas por todos los argentinos, en Bahía Blanca más que nada. Mi mamá siente mucha paz, está muy agradecida con Dios y con todas las personas que la contactaron para que ella pudiera llegar. Nosotros como hijos estamos en paz también, porque ella cumplió este deseo tan grande que tenía, esta tristeza que durante tantos años tuvo y nosotros crecimos con ello. Siempre lo recordamos y vivió presente en nuestra casa.