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Un legado de familia

Juan Pablo y Nelson Costanzo.
Por Felipe Sosa
Está en la sangre. La familia Costanzo ya lleva casi cien años, lo que son cuatro generaciones, dedicándose a la comercialización de lechones y otros tipos de carne. Han pasado muchas cosas en el camino que transitó la familia para llegar a lo que es hoy: una empresa de gran magnitud en nuestra ciudad y que tiene llegada a todo el país. Infociudad visitó la sede ubicada en el kilómetro 100 de la Ruta 7, allí nos recibieron Nelson y Juan Pablo, dos de los cuatro hermanos que ya son de la última generación que está trabajando en el emprendimiento que se transformó en un frigorífico modelo del país.Los cimientos de la empresa familiarNelson, el más grande de los hermanos, cuenta que “todo empezó con nuestro bisabuelo Alfonso, en 1920, que llevaba lechones en el tren Urquiza hacia el Gran Buenos Aires. Los llevaban en tambores con agua fría, no había cámaras”. Luego, en la década del ´60, el negocio en Giles lo siguió su hijo Ramón, padre de José María. “Mi abuelo había armado tipo una pileta para faenar los lechones y les dio un camión a cada uno de sus dos hijos. Mi tío se inclinó más a lo que son los chanchos grandes y mi papá siguió con lechones. Se dividieron un poco sus clientes. Después, mi viejo (sic) armó un tingladito y llevaba a matar a lo de Suárez”, recuerdan con nostalgia los hermanos.Juan Pablo comenta cuándo y cómo fue que José María, su papá, comenzó con su gestión. “Mi papá traía los lechones acá a la ruta 7, no los criaba, Barcas se los mataba y mi viejo los llevaba y los vendía en Buenos Aires. En el ´82, le compra la mitad a Barcas y se hacen socios de las instalaciones, pero cada uno tenía su firma, sus clientes y sus proveedores. Y en el ´92 le compra el total y arma la firma, la que hoy conocemos como Frigorífico Costanzo S.A.”.Una vez que José María tomó el mando de la empresa, el crecimiento fue constante hasta el día de hoy. Respecto al producto que ofrecían, Nelson recuerda que su padre arrancó solo con lechones, luego compró la granja, que en ese entonces era muy chica. “A ese lechón criado en la granja se lo diferenciaba, era especial, criado a alimento balanceado y se incorporó genética; uno veía los lechones terminados y eran totalmente diferentes; no había en el mercado esa clase de lechón”, dice.Los hermanos al repasar la historia del frigorífico recuerdan también algunas experiencias que quizás al día de hoy son impensadas por los tiempos que se viven. Por ejemplo, en 1996/97 empezaron a traer corderos del Sur argentino en un camión propio que tardaba 3 días: “No se traían a Buenos Aires, entonces decidimos traerlos nosotros. Daban los costos, estábamos en el 1 a 1. Hoy la Patagonia es imposible”, cuentan. También en un momento producían capones y los vendían por separado, es decir, se vendían vivos a otros que los mataban, como algo independiente del frigorífico.No solo en lechones incursionó la familia Costanzo. En 2003 los conejos fueron la apuesta fuerte: “exportamos por más de 5 años consecutivos carne de conejo a países como Holanda, Bélgica, Alemania y Francia”, sostienen. Además, en 2009 el frigorífico hizo la primera faena de carpinchos oficial de SENASA de toda la provincia de Buenos Aires. “No funcionó, pero mi viejo es ´bichero´, le encanta”, expresa Nelson, quien hoy está más metido en el frigorífico. “La primera faena de ñandú habilitada para exportar de Buenos Aires a la Unión Europea también la hicimos acá. Las primeras tres faenas no queríamos saber más nada, los chicos terminaban todos rasguñados, con los guardapolvos todos rotos…te picoteaban los ñandúes. El ñandú en ese momento estaba despierto, era un combate contra un animal que luchaba por su vida”, rememora.Hoy, Frigorífico Costanzo cuenta con 100 empleados aproximadamente, en todo sus sectores (frigorífico, granja, locales y administración), lo que da la pauta de lo importante y fundamental que es esta empresa para nuestra ciudad y la región.El mercado y sus variacionesComo sucede en todos los rubros habidos y por haber, no siempre se mantiene un nivel de producción, venta y consumo del producto, sino más bien todo lo contrario. Cada mercado va sufriendo variaciones que hacen que las empresas tengan que ingeniárselas y salir a flote de alguna manera.Los Costanzo han pasado por algunas crisis, de las que afortunadamente salieron y aún más fortalecidos. Nelson recuerda por ejemplo como en el 2001 comenzaron a traer corderos de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, teniendo en cuenta las complejidades para conseguir los de la Patagonia. Dos años más tarde, probaron con los conejos. Una de las grandes crisis del cerdo la vivieron en el 2005: “Había muy baja demanda y, sumado a que entraba algo de afuera, empezó a sobrar mercadería. Teníamos una producción y no la podíamos sacar. Pero, como dicen, cada crisis es una oportunidad, y entonces empezamos a pagar el servicio de faena en Pork Ind, y traíamos las mediareces para acá y de acá lo deportábamos; era un anexo más de producto, empezamos a vender jamones y paletas a frigoríficos”, explica, lo que deja en evidencia la capacidad de reinventarse que hay que tener en cualquier negocio.Más cercano en el tiempo, por el año 2012, la carne de cerdo tuvo un auge muy importante y Costanzo no se hizo a un costado: abrió por primera vez locales de venta al público y aumentó la faena de 60/70 animales por hora, un número aceptable y que se mantiene al día de hoy. “Muchos no nos conocían y con los locales nos hicimos reconocidos en la zona”, cuenta Juan Pablo sobre los puntos de venta en Giles, Mercedes y Luján, llevando su producto “verdaderamente del campo a su mesa”, tal como reza su eslogan publicitario.Los lechones en Costanzo son el plato fuerte. “No hay otro frigorífico que faene más lechones chiquitos, de 12 a 20 kilos, que nosotros en el país. Es un mercado distinto, que va decreciendo año a año. En parte por las costumbres, ya que hay menos reuniones familiares que a la vez son más chicas. El lechón se consume menos, mucho menos se lo quiere preparar. El consumo del cerdo le fue sacando protagonismo al lechón; no son nada que ver un pechito con un lechón, pero la gente dice ´hagamos un pechito de cerdo masvale´”, explica Nelson.Este presente lo encuentra al histórico frigorífico en otra posición dentro del mercado. En lo que respecta a lechones, envía a Tierra del Fuego todo lo que es sin huesos. Hacia el Norte, mandan mercadería a Misiones y Corrientes. También continúan trabajando para las cadenas de supermercados (por ejemplo, con Carrefour trabaja desde 1988) y hacen reparto dos veces por semana desde hace varios años a Rosario.“Hoy por primera vez nos encontramos en un momento en el que el mercado nos supera. Antes, en lechones y corderos éramos nosotros solos. Hoy, en el cerdo nos encontramos con que hay empresas muchísimas más grandes, entonces estamos en un mercado en el cual hay mucho por crecer. Podemos competir con cualquiera, porque el animal lo producimos, lo faenamos y lo distribuimos nosotros, pero sacamos 400/450 animales nomás”, expresa Nelson. Además, están haciendo los primeros sondeos para exportar patitas de cerdo, mondongo y menudencias a China.Certificados mundialmenteEl Frigorífico Costanzo cuenta con una de las normas más importantes a nivel mundial en cuanto a seguridad alimentaria. Se trata de la ISO 22000, que especifica los requisitos que se deben cumplir en la totalidad de la cadena de suministros de alimentos, para asegurar que lleguen en perfecto estado al consumidor.“Hace 2 años fuimos a una charla de Carrefour. Ellos nos hacen auditoria, todos los años tenemos una porque, por ejemplo, acá hacemos el lomito de cordero marca Carrefour. Entonces, en esa charla nos empiezan a decir que van a pedir una norma mundial a la que le agregaron varios requisitos más, que iba a ser lo mejor de lo mejor. Empezamos a averiguar las certificadoras, las cosas que había que hacer y, después de varias auditorias, la conseguimos este año”, cuenta Nelson sobre cómo fue que la obtuvieron. “Con esto no vamos a tener más auditorias de nuestros clientes, como Carrefour o Jumbo que vienen a auditar”, agrega Juan Pablo.El año pasado Costanzo tuvo 3 auditorías, las cuales controlaron todo, planta por planta. ”No tuvimos que hacer tantas modificaciones, estábamos bien. Lo más importante fue seguir educando a la gente, hacer hincapié en la limpieza, capacitarla aún más en la higiene, en la protección; se evalúa hasta el orden de la playa, tiene que estar todo en su lugar”, dicen los hermanos.“En esta gestión no podemos dejar de nombrar a Fabricio Minetti y todo el equipo de calidad de la empresa. Ellos fueron fundamentales. Además del personal que se adaptó a los cursos y a las normas que exige este organismo internacional” recalca Nelson sobre el importante paso que dio la firma. Con la ISO 22000, El Frigorífico tiene un plus a la hora de negociar la venta de sus productos, ya que es común en todo el mundo.

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