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El Neoliberalismo

Por Juan Sofía
 El núcleo fundamental del pensamiento neoliberal,  podemos encontrarlo  en la  reflexión de uno de sus popes, Friedrich Von Hayek,  quien dice en su obra Camino de servidumbre :  “es la sumisión del hombre a las fuerzas impersonales del mercado lo que, en el pasado, hizo posible el desarrollo de una civilización que sin esto no habría podido hacerse; es por la sumisión que participamos cotidianamente en la construcción de algo más grande que lo que todos nosotros podemos comprender plenamente”.Sostener la autorregulación de los mercados a fines de la década del cuarenta del pasado siglo,  en  pleno auge de todas las formas de asociación monopólica u oligopólica y particularmente del capital financiero,  es abrir la puerta de la justificación de estos emporios y su papel en un tipo de globalización de los mercados.Hablando de los mercados… No es este artículo en el que quiero profundizar el tema, pero el mercado que es una construcción de los protagonistas del mundo antiguo; que tenía una comunicación y fluidez importante entre Asia, África y Europa. Como queda claro,  no es un invento del capitalismo, sino que este se apropia de esa experiencia, reduciendo su dinamismo al control de una pequeña cantidad de grupos económicos.El problema es que las fuerzas impersonales, que es otra forma de citar a la mano invisible del mercado (Adan Smith) no son impersonales, tienen rostro y cuerpo y ejercen su voz y dominio plenamente.Al pensarse el neoliberalismo como agente civilizatorio, se pone a  la racionalidad frente al atraso. En su empuje globalizador reproduce la dicotomía “civilización o barbarie”. De esta forma, asignan esta última categoría a las miles de etnias y pueblos que habitan nuestro planeta y no quieren la servidumbre a las fuerzas impersonales del mercado. Rechazan la nueva religión y prefieren refugiarse en valores más concretos y cercanos como la comunidad, la solidaridad, los intercambios materiales y simbólicos que no anulan su ser.Además conocen que cuando accedieron generalmente por la fuerza bruta a la subordinación del mercado, los pueblos fueron llevados al límite de la subsistencia.Luego se enarbolan batallas contra la pobreza que el propio neoliberalismo generó, pues la marginalidad es una consecuencia deseada por las fuerzas impersonales que se disgustan y recelan de las regulaciones generales. No ocurre lo mismo con las particulares,  como en el caso de la fuerza de trabajo que es disciplinada por medio de la desocupación.La justificación de este obrar lo encontramos en el individualismo, una exacerbación del rol individuo.  Exitoso, consumidor, sustentador del “orden impersonal” que tiene a la libertad como bandera principal y centralmente al libre mercado.Sobre esta falacia se sustenta el edificio neoliberal, pero como es demasiado frágil recibe el aporte de otras fuerzas impersonales: el dinero, la fuerza y el odio. Esta Santa Trinidad corona al Dios mercado. El dinero que llega al paroxismo de reproducirse así mismo, dinero generando dinero. La fuerza es para los que no entienden el lenguaje y la adecuación al nuevo orden impersonal. A esto sumamos el odio. Este es un motor destructor porque no es cualquier odio, es el odio de clases. Es algo más que el desprecio, es la negación de la humanidad del otro, del pobre. En su estigmatización, encontramos las razones de su pobreza.No es un sistema de opresión sino el individuo que no supo adaptarse, crecer. Se destinan incesantes esfuerzos a modificar la conducta de ese individuo y casi ninguna a pensar el sistema donde vive.El odio de clases es la antesala de múltiples y larvadas violencias, corroe la trama social instaurando la denominada “ley de Selva”. Hoy con un plus: en la sociedad de la información, cunde la desinformación y las “fuerzas impersonales”,  que además controlan los grandes medios de comunicación,  hacen del “juicio mediático” un verdadero show al ritmo de la velocidad de circulación de un “bit”. No importa la verdad o las verdades relativas,  solo desfilan las mentiras como copias de los deshechos que acumula el capitalismo en un basurero que, en este caso, es virtual. Pocos meten mano en la basura virtual. Cuando te diste cuenta el daño se concretó, siempre Minerva levanta vuelo al atardecer.

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