Esta audiencia pública fue posible gracias a la firma de 600 vecinos que exigieron junto a Ambiente Saludable San Andrés de Giles una instancia de debate previa a la aprobación de una nueva ordenanza. La polémica se remonta al año pasado cuando Judith Cardoso, directora de la Escuela n° 21 “Joaquín V. González”, denunció a un productor local por fumigar en cercanías de la institución durante el horario escolar afectando la salud de sus alumnos. Luego, fueron varios los testimonios de vecinos que afirmaron sufrir las consecuencias de las fumigaciones.La audiencia arrancó a las 18 horas, puntual, con la veintena de expositores que explicaron y brindaron información durante los 10 minutos reloj que tenían permitido. Los especialistas representaron a dos sectores bien marcados: por un lado estaban los productores locales e integrantes de la Sociedad Rural, y por el otro, una gran cantidad de vecinos preocupados por su salud y el medio ambiente, reclamando para que la situación cambie.Expositores que luchan contra el agronegocioCarla Poth, Licenciada y Profesora en Ciencias Políticas y Doctorada en Ciencias Sociales desarrolló las trasformaciones en la estructura productiva y social agraria en los últimos años. Dividió su presentación en dos mitos muy utilizados por el sector del agronegocio para justificar el uso de agroquímicos: “Esta forma de producción es la única y mejor manera de producir” y “ esta forma hace posible generar más alimentos para alimentar la mundo”Para refutar estas afirmaciones frecuentes, la politóloga se remontó a los inicios de la Revolución Verde, a finales de los años 60 y principios de los 70 cuando cambió el paradigma productivo y se pasó de producir una gran vardiedad de cultivos a la producción de pocos pero con mayor rendimiento utilizando agroquímicos, fertilizantes y maquinarias. Destacó también, como un dato de gran relevancia, que las empresas que se dedicaban a investigaciones químicas para la guerra durante estos años comenzaron a producir agroquímicos.En argentina el modelo biotecnológico se instaló en 1996 con la aprobación de la soja transgénica de Monsanto. Esto implicó la incorporación de un paquete de semillas genéticamente modificadas, agroquímicos y siembra directa. “Esto nos demuestra que los agrotoxicos no son residuales, sino que son el corazón mismo de la producción del agronegocio”. Demostró con varios estudios nacionales la presencia de herbicidas en la orina y sangre de las personas. “Hay una serie increíble de porcentajes de agrotoxicos que se encuentra en lo que comemos todos los días”.En cuanto al segundo mito, Carla asegura que el agronegocio no solo no alimenta al mundo, “sino que pone en riesgo nuestras fuentes de alimentos sanos”. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) la producción ha crecido a 8 mil millones de toneladas pero para el 2015 esta organización estableció que hay 790 millones de habitantes con hambre crónica y 2 mil millones con hambre encubierta (alimentación sin nutrientes necesarios) en el mundo.Fernando Cabaleiro, reconocido abogado ambientalista, explicó la necesidad de contar con una evaluación de impacto ambiental en nuestra ciudad, ya que “es lo que establece la Ley de Protección del Ambiente, tanto a nivel provincial, como nacional”. Además, afirmó que la situación local es preocupante: “El promedio de uso de agrotoxicos en Giles pasó de 235 mil litros en 1998 a 750 mil litros actuales por año”.Cabaleiro, resaltó la importancia de establecer el paradigma ambiental que propone la constitución. “El modelo del agronegocio no cumple con el paradigma ambiental que justamente apunta a que las actividades productivas satisfagan las necesidades actuales sin comprometer las de las generación futuras y permitir, en el marco del bien común, que todos puedan desarrollarse y tengan garantizados todos sus derechos.Expositores a favor del modelo agropecuario actualFrancisco Aphalo, médico especializado en Toxicología aseguró que la “medicina se basa en evidencias” y sostuvo que en Argentina “no existe ningún estudio ni estadística que compruebe un aumento significativo de cáncer en población rural versus población urbana”.En cuanto a la discusión sobre salud y el medio ambiente, el especialista explicó que “el riesgo en toxicología se da por la exposición multiplicada por la toxicidad. La toxicidad de un productor es fija, la exposición es lo único que se puede controlar. Si ponemos en cero uno de los factores, inmediatamente va a estar en cero el resultado, es decir, si no hay exposición no hay riesgo”. Aclaró que “la magnitud de la exposición está dada por la duración y la concentración”.Asimismo, Mariano Freggiaro, ingeniero agrónomo y productor agropecuario local, expuso acerca de su experiencia y su trabajo diario. Comentó también que trabajó años atrás con algunos concejales para mejorar la legislación. “Nosotros mismos nos imponíamos controles, pedimos al estado que nos vengan a controlar” confirmó.Además, explicó todo el proceso previo a la aplicación de agroquímicos. “Antes de usarlo se hace un monitoreo del cultivo, rotación, porque no se hace siempre soja”. Agregó que los productos no se aplican “sin ton ni son, previamente se hace un análisis, para eso están los agrónomos” y que los mismos “están fiscalizados y autorizados”. Aseguró que todos los productores locales están comprometidos a respetar una mejor ordenanza. “Pedimos a los concejales que arbitren los medios para que el municipio nos controle, nosotros también queremos estar tranquilos”, concluyó.