Según el manual “Los derechos humanos frente a la violencia institucional” elaborado por la Secretaría de Derechos Humanos en 2015, este tipo de violencia hace referencia a
“prácticas estructuradas de violación de derechos por parte de funcionarios pertenecientes a fuerzas de seguridad, fuerzas armadas, servicios penitenciarios y efectores de salud en contextos de restricción de autonomía y/o libertad (detención, encierro, custodia, guarda, internación, etc.)”. Abarca desde la detención
“por averiguación de antecedentes” hasta las formas extremas de violencia como el asesinato (el llamado “gatillo fácil) y la tortura física y psicológica.La Procuraduría de Violencia Institucional del Ministerio Público Fiscal (PROCUVIN) realizó una guía para jóvenes frente a posibles abusos policiales. Allí se destaca el derecho que tiene todo habitante a circular libremente y a expresar sus opiniones, enseña que nadie puede ser detenido sin orden judicial correspondiente y detalla que de ser detenido, se tiene derecho a llamar a un abogado. En el caso de ser una mujer la detenida, explica que no debe ser
“cachada” por un varón y que la revisación del médico
“no incluye revisación ginecológica”. También especifica que
“las fuerzas de seguridad no pueden subirte a un móvil sin identificación”.Además aclara que la policía puede pedir el documento de identidad únicamente en los casos que exista una sospecha fundada sobre la comisión de delito. Tal sospecha nunca puede vincularse con situación social, edad, rasgos étnicos, identidad de género, vestimenta, entre otros.
“Solo en caso de que exista una sospecha fundada y no tengas ninguna identificación, la policía puede demorarte para averiguar tu identidad, sin necesidad de contar con una orden judicial”, explica el texto de PROCUVIN y agrega que
“si tenes menos de 18 años, la policía solo te puede detener si estás cometiendo un delito y debe informar de manera inmediata a un familiar o persona de tu confianza”.La Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) afirma en su “Manual del pequeño detenido” (disponible en
http://correpi.lahaine.org/) que
“nadie tiene obligación legal de llevar sus documentos, menos aún un menor de edad.” Sin embargo, recomiendan llevarlos siempre ya que “la falta de documentos es una excusa habitual para detenerte”.Según Julian Axat, anterior Defensor Penal Juvenil de La Plata, el enemigo social actual está constituido por un niño adolescente con determinados rasgos y características fisionómicas estéticas y políticas.
“El enemigo público número uno de la Provincia de Buenos Aires es un adolescente joven caminando por el conurbano con una gorrita o capucha, tiene tez morocha y va haciendo hip hop mientras camina, pero es sospechoso”, explicó en una charla abierta sobre Inclusión Social y Seguridad.Mauro Vivas, oriundo de nuestra ciudad y docente e investigador de la Universidad Nacional de Lanús, explica en una de sus columnas de Estado Beta (
http://enestadobeta.com/columnas/seguridad-ciudadana/ ) que existe una
“criminología del otro peligroso” propagada por medios de comunicación que forman una etiqueta de
“malo y dañino” al que se debe encerrar.
“Identificar un sector social y más precisamente un estereotipo de delincuente, joven, varón y de barrios pobres o villas, es una estrategia y un canalizador de la violencia difusa en la sociedad”. Así, según el criminólogo, se consolida un odio de clase que aumenta el fascismo social y racial
“porque no es contra quien comete un delito, sino con todo aquello que se le parece, que comparte un sector social, un barrio, una estética”.Según Mauro esta construcción de antagonismo genera que ciertas muertes sean vistas como
“probables e incluso necesarias”.
“Hay muertes que no tienen estadísticas y mucho menos tendrán la tapa de un diario”, explica y agrega que “la inseguridad que produce la emergencia en seguridad no le importa a los medios masivos de comunicación”.En nuestra ciudad, son varios los casos de demora policial que fueron cuestionados desde redes sociales por los vecinos. Los controles de rutina, en su mayoría, están dirigidos a jóvenes que cumplen ciertos “requisitos” estéticos. La mayoría usan gorras y son morochos.El caso que tomó más relevancia pública fue denunciado a través Facebook el mes pasado cuando se montó un operativo en el cual seis policías locales y cinco de la Bonaerense demoraron alrededor de una hora a cinco menores de edad que circulaban con normalidad en la vía pública.