“Hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’, porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”

Eduardo Galeano

Llegó a la redacción con la valentía de repetir su historia. Ella podría llamarse Melina, Lucía, Chiara, Lola o Ángeles pero continúa viva. Aún no logra explicarse porqué, no sabe si tuvo suerte, o si fue el destino. Pero si está segura de algo: No se salvó por las denuncias que hizo en la comisaria de nuestra ciudad en 2012 cuando su marido la persiguió durante un mes entero para matarla.

La violencia comenzó durante su primer embarazo, cuando su marido la acusó de que un auto rojo pasaba por la calle para verla a ella. Antes de poder preguntar qué, una cachetada la dejó paralizada. Los tiempos de amor habían terminado para siempre.A partir de aquel golpe los episodios de violencia fueron cada vez más frecuentes. Desde humillaciones verbales y psicológicas hasta imposiciones de tareas  en el hogar. Todas las noches, sea la hora que sea, tenía que levantarse a prepararle la cena o acomodarle el baño para que se duchara y así evitar el maltrato. Tampoco tuvo permitido durante sus embarazos consultar con médicos hombres. En sus 38 años de casada padeció una relación de violencia y subordinación creyendo que ella debía soportar eso para sostener el núcleo familiar.Un día decidió dejar de temerle hasta a la muerte, estaba dispuesta a enfrentarlo para terminar con la situación, aunque le cueste la vida. Frente a la mujer sin miedo, el hombre tuvo que frenar, y una vez empoderada, dejó su hogar.Las amenazas en su lugar de trabajo se hicieron cotidianas. “Te voy a matar hija de puta si no volves a casa”  le repetía dos o tres veces por mañana. Se animó a denunciar pero le quitaron importancia al asunto. Sola y con ayuda de sus hijos ya grandes, se escondió en el campo donde vivía su hija mayor.Ese mismo lugar, en la parte trasera de la casa, eligió su ex marido para suicidarse ahorcándose. Hasta su muerte pareció un castigo.Encontraron en su auto, estacionado junto al cuerpo, una cuchilla enorme clavada en el asiento. Estaba viva solo porque no pudo encontrarla.Dos años después, se inauguró en nuestra localidad la Comisaría de la Mujer, pensada especialmente para abordar los casos de violencia de genero y evitar fallas en los procedimientos.