Mucho se ha hablado estas últimas semanas sobre la venta de drogas en San Andrés de Giles. Pero de lo que no se ha escuchado mucho es sobre el antes y el después de esa comercialización, de cuáles son las causas por las cuales una persona, adulta o joven, termina comprando alguna sustancia y las consecuencias del consumo de ella. Resulta interesante también conocer cómo se trabaja con personas que quieren recuperarse de sus adicciones, qué tratamientos hacen y con qué profesionales se atienden. Para ello, y teniendo en cuenta que en nuestra ciudad no hay instituciones de este tipo, Infociudad consultó a la Psicóloga Mónica Massobrio, Directora de la Comunidad Terapéutica Segunda Oportunidad, de la localidad vecina de Carmen de Areco, que trabaja tanto en la rehabilitación, como en la reinserción social, laboral y educativa de personas afectadas por las drogas.Cuenta Mónica que “la Comunidad surgió en 2011 y desde un primer momento se determinó trabajar con un perfil de paciente específico: que no sean menores de edad, que sean varones, que no tengan causas penales fuertes y que gocen de cierta base socio educativa, lo que implica menos desgaste del equipo también”.El lugar es muy tranquilo, no tan alejado del centro de Carmen. Una casa grande y amplia, con patio también muy lindo y cuidado por los propios chicos que están internados allí. Actualmente son alrededor de 20, a los que se les suman otros que concurren 2 o 3 veces por semana al tratamiento ambulatorio que la institución también ofrece. Cabe aclarar que todos los que ingresan para internarse lo hacen de manera voluntaria y, por ello, tienen las puertas abiertas en todo momento por si en algún momento quieren retirarse. La Comunidad es privada y sólo trabaja con prepagas y obras sociales. Es importante saber que, desde 1997, todas las obras sociales están obligadas a cubrir el tratamiento de adicciones, porque por ley está considerada una enfermedad.En “Segunda Oportunidad” trabajan con todo tipo de adicciones que tengan que ver con las sustancias (cocaína, marihuana, LCD, nubaína, etc.) y con el alcohol. En el tratamiento ambulatorio también trabajan con pacientes ludópatas. Massobrio asegura que “hoy no es como hace años atrás cuando el paciente consumía una sola droga, sino que es policonsumo”. Además, sostiene que “la adicción más común es la cocaína, es la que más se ve, en tanto que por la marihuana generalmente no consultan, porque hay más tolerancia social, entonces el paciente se acerca porque toca fondo con la cocaína”.La Licenciada, quien trabaja desde hace 20 años con las adicciones, asegura que una persona hace la consulta a la Comunidad cuando “siente que perdió: que perdió a la pareja, el trabajo, parte del estudio, cuando siente que no puede más, o bien a partir de un susto o situación extrema. Diferente es cuando son adolescentes porque los trae la familia”.Al ingresar a la Comunidad, previa entrevista en la que se evalúa que el paciente sea acorde al perfil y que muestre una mínima motivación de cambio para poder acceder al tratamiento, un equipo de profesionales capacitados lo acompañarán durante la duración del mismo, que puede ir de 8 a 12 meses de internación. “Trabajamos con un equipo interdisciplinario. Para mí esto es central, teniendo en cuenta que una persona no sólo tiene su psiquismo, sino que también posee lo biológico, lo social, entre otros aspectos”, explica Mónica. Psicólogos especializados, que conocen bien las características de un adicto (mentiroso, manipulador, ocultador, etc.), trabajadora social, psiquiatra y operadores (personas que pasaron por la adicción y se han recuperado, son los que están las 24hs. con el paciente) forman parte del equipo de trabajo. También la terapista ocupacional, que trabaja en la reconstrucción de todas las funciones cognitivas afectadas por la droga, y los talleristas de meditación, de arte, de música, de educación física y de plástica son importantes durante el período de internación. Además, asegura la directora, “una vez por mes, un asesor externo especialista en adicciones hace una mirada a la institución, al equipo, a la dirección, y a algunos pacientes que queremos consultar”.“La adicción es la enfermedad de la falta de límite”, dice la psicóloga. Por ello, un día en la Comunidad está muy estructurado para los pacientes. Se levantan temprano, desayunan, limpian la casa y a las 10:30hs. comienzan con la actividad terapéutica. Si llegan tarde, puede haber sanciones, como cortar el pasto, lavar los platos, etc. Luego, almuerzan, tienen un rato libre y de 15 a 17hs. otra vez tienen actividades. Cortan para merendar y continúan con los talleres y grupos. “Recién a las 20hs. la casa empieza a tranquilizarse”, cuenta Massobrio. Después de cenar, muchos aprovechan para hablar con el psicólogo o el operador que están de guardia.La especialista en adicciones resalta el papel de la familia de un paciente durante el tratamiento. “Es central; si el paciente tiene una familia que colabora y lo apoya tienen buena parte del tratamiento quizás facilitado y, de alguna manera, más chances de recuperación. Nosotros entrevistamos los lunes a las familias y, un domingo cada 15 días, hay un grupo de padres con el que se trabajan distintas problemáticas, como la comunicación y los límites”.Los plazos del tratamiento son subjetivos y dependen del paciente, de la familia y del eje toxicológico (tiempo de consumo). La entrevistada aclara que “no es lo mismo un chico que empieza a consumir a los 21 años que uno que empieza a los 14; a menor edad de consumo, más difícil y más complicado es el pronóstico”.Mónica, que trabajó durante muchos años en los CPA (Centro Provincial de Atención a las Adicciones), al finalizar se mostró preocupada por la actualidad de los adolescentes y jóvenes y resaltó la importancia a la hora de prevenir. “Es muy importante prevenir, enseñarles a los jóvenes y niños que, como nadie sabe cuál es la predisposición genética que tenemos, lo mejor es no tomar contacto con las sustancias, porque no sabes si va a quedar sólo con ese coqueteo o va a terminar siendo adicción”. Además, agrega que “esto que hoy nos quieren hacer creer de que con la marihuana no pasa nada no es así; hay gente con trastornos psiquiátricos, como la psicosis, por consumo de marihuana”.