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Cultura

El tiempo de Vignati

Infociudad mantuvo un dialogo con la escritora e historiadora local, Graciela León para buscar en la vida de un convecino que trascendió nuestras fronteras, nos referimos a Alejandro Vignati que en este mes se cumplió un nuevo aniversario de su fallecimiento. Cuando repasábamos esta nota no dudamos en acentuar el concepto del cruce de fronteras pero ampliándolo más allá de lo gráfico. Alejandro hizo un salto en el tiempo por eso coincidimos con nuestra entrevistada que este es el tiempo de Vignati. IC: ¿Cómo fueron sus años en San Andrés de Giles? GL: El nace el 2 de octubre de 1934, era hijo de Nicolás Vignati y su mamá era Ana María Fariseo, tuvo un hermano mayor Amilcar. Alejandro fue un niño muy débil, enfermizo, frágil, tenía problemas bronquiales serios y en los oídos. Su madre lo sobreprotegía a raíz de esto, entonces como ella era docente él iba de escuela en escuela hasta que termina sus estudios primarios e ingresa en el Colegio Nacional. Los tres primeros años de estudios son flojos y se ve que le falta mucho, razones de salud, pero cuarto y quinto año se ve que se fortalece él muy bien físicamente y tiene unas notas espléndidas. A partir de los 10 años comienza a verse que es un chico distinto, que hay otra cosa en él, otros intereses. Por ejemplo la historieta le fascinaba como también el aeromodelismo, creo un club llamdo “Ala gilense” para armar aviones y luego hacer competencias. En el colegio Nacional integró el coro y fue abanderado. Al parecer por consejo del Dr. Condesse que fue su profesor se decidió a seguir el doctorado en química entonces se anota en la facultad y va a estudiar a Buenos Aires junto a un grupo de muchachos de acá. Alejandro tiene unas notas brillantes en los dos primeros años. Pero comienza a alternar con poetas, con pintores, con gente del teatro y eso daría la impresión que remueve en él esa fibra poética y artística que tenía, porque mientras fue adolescente en San Andrés de Giles su don se ve en las cartas que le mandaba a sus novias. La mamá solía comentar “Puqui me ha salido poeta” así le decía su mama… En Buenos Aires sus amigos lo conocían como “El loco” Vignati, en España lo llamaban “El pibe”. Luego abandona la facultad pese a las notas tan brillantes. IC: ¿Qué curso sigue al abandonar la facultad? GL: Empieza a frecuentar a los artistas, es decir, lo va a conocer a Carlino, a Miguel Grinberg, Antonio Dall Masseto, con ellos va a fundar una editorial “Aguaviva” que le va a publicar a Marcos Denevi y a Dall Masseto sus primeras obras. Alejandro viaja a Brasil. Es una etapa muy difícil para él, pero al mismo tiempo muy enriquecedor porque su libro Póstumo en la “Trastienda del lavadero chino” tiene mucho de esa experiencia en aquel país donde visitó los lugares más bajos y tenebrosos, no tenía otro remedio. Hasta que en una oportunidad sentado en un banco de una plaza en Rio de Janeiro pasa un señor muy bien puesto y el mismo lo mira vaya a saber por qué y se detuvo: ¡¡Loco!! ¿Qué hacés acá? -Era un conocido, funcionario de la embajada Argentina en Brasil que le terminó dando trabajo. El allá ve algo que le interesa muchísimo: reuniones de literatos. Cuando regresa a la Argentina va a tratar de hacer cosas similares con intercambios de escritores argentinos – brasileros. Empieza para él otra etapa, comienza a dedicarse al cine, a filmar, dirigir, y a escribir cortos. Filma un corto “Kosice” que es la primera vez que alguien se ocupa desde el punto de vista de la cinematografía de Gyula Kosice (Escultor húngaro radicado en Argentina). Se va a ir a Perú siendo guionista de la famosa película “Taita Cristo” (1965). Fue jefe de redacción de la revista 2001 periodismo de anticipación, y que en su carácter de tal viajo a Estados Unidos para ver la partida de la misión de Apolo 11 para él fue absolutamente impactante, y en ese viaje va a Texas a entrevistar a James Mac Donald uno de los científicos que más sabia de ovnis del mundo. Después en base de esa entrevista y junto a otro autor va a producir un libro que se llama “Ovnis la tercera dimensión”. Se hace muy amigo de Joan Manuel Serrat y un día decide irse a España, allá también queda un poco a la deriva, la pasa bastante mal hasta que entra en una editorial a escribir las solapas de los libros. Luego, comienza a escribir libros que son de una gran aceptación popular a tal punto que en un determinado momento comparte con Gabriel García Márquez los primeros puestos en el ranking de los libros más vendidos en Europa. En 1978 decide retornar a la Argentina lleno de proyectos como programas de televisión y libros que no puede terminar de producir. Regresa en plena dictadura militar con otros conceptos de la libertad, de la democracia y se encuentra con el panorama que vivía nuestro país. Entonces decide ir por los bares criticando la situación de la Argentina. Por temor a que lo persigan se termina radicando en Venezuela. Increíblemente ahí tampoco tenía de donde subsistir a tal punto que un periódico Venezolano hizo una nota “Escritor de best sellers no tiene para comer” como gran titular. Las cosas siguen así hasta que aparece una francesa llamada Monnique, lo que a Alejandro le faltaba, a ella le sobra: dinero. Lo toma bajo su protección y lo ubica otra vez en carrera a Alejandro. Inesperadamente el 3 de agosto de 1983 muere repentinamente de un coma hepático fulminante en Caracas. Eso es lo que le paso a él en su vida, que vivió un tiempo en el que todavía no se valoraba tanto al artista como se valora ahora, este hubiera sido el tiempo de Vignati.

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