Infociudad dialogó con la gilense e Ingeniera Agrónoma María Eugenia Blanco para conocer las novedades y previsiones del sector agrícola. Enterate los detalles en esta nota.“El escenario actual de la agricultura está regido por la creciente demanda de alimentos a nivel mundial y el rol fundamental que tiene la Argentina como principal proveedor de materia prima”. Así abre la conversación esta joven recibida de la UBA y que actualmente está finalizando una maestría en producción vegetal. Luego de participar en talleres con referentes del CONICET e investigadores del INTA, Eugenia -que trabaja en proyectos de agricultura dentro del sector de investigación y desarrollo de la entidad AACREA (Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola)- comenta que uno de los desafíos actuales reside en que la zona productiva se ve cada vez más restringida, principalmente, por cuestiones de urbanización. “El reto es aumentar los niveles de rendimiento sin incrementar el área productiva. Y eso implica hacer un uso más eficiente de los recursos y más intensivo de la tierra”, explica la Ingeniera que también dicta clases en la cátedra de cereales de la Facultad de Agronomía de la UBA. Tal como señala Eugenia, “las decisiones a tomar no son gratuitas. Hay que lidiar con la creciente deficiencia nutricional que presentan los suelos. La productividad intrínseca de éstos es menor que hace 150 años atrás. Sin embargo, la ventaja que tenemos hoy en día es que conocemos cuáles son algunas de las limitaciones que se presentan en el sector y podemos remediarlas. En este sentido, remediar significa hacer un uso más eficiente de las tecnologías, conocer cuál es el problema, buscar la solución e invertir, por ejemplo, en la mejora de la calidad de los suelos”.
Según comenta la Ingeniera, el contexto actual presenta otros puntos sensibles. Por ejemplo, la relación del área agrícola con los aspectos sociales y económicos de nuestra coyuntura. “En las mesas de debate que se generaron con los referentes del sector se dialogó mucho acerca de este tema que debe estar en la agenda de quienes toman las decisiones importantes. El productor no tiene que estar ajeno al vínculo de su trabajo con el resto de las actividades socioeconómicas del país. Las tareas agrícolas no se deben visualizar como un trabajo independiente o aislado, como se pensó en algún momento. Lo bueno es que el productor tiene cada vez más noción de que lo que hace tiene un impacto en la sociedad”, detalla la profesional.
En relación a la labor del productor, Eugenia remarca que una de las novedades interesantes del sector son las tecnologías de decisión. Hay que repensar cómo se hacen las cosas con los recursos disponibles. Esto implica volver al tradicional concepto de “hacer agronomía”. Si bien en los últimos años el sistema se simplificó, ahora es momento de volver a diversificarlo. Por dar un ejemplo, el uso del glifosato hizo que todo sea más fácil. Sin embargo, hoy en día existe una resistencia a este herbicida y ya no es la alternativa simple que en un momento resultó útil. “Ahora hay que buscar soluciones pensando en sistemas más diversificados y complejos con el fin de que sean más sostenibles. Una forma de diversificar los sistemas es a través de las rotaciones, secuencias de cultivos. La modalidad del monocultivo de soja, año tras año y en el mismo ambiente, genera que se sobreexploten los nutrientes del suelo debido a que se extraen siempre los mismos recursos y no hay devolución a la tierra. En cambio, en la rotación de cultivos lo que se lleva el maíz probablemente no lo extraiga la soja y viceversa. Esta decisión conlleva salir de la solución simple y rentable cortoplacista del monocultivo para volver a un proceso más sustentable”.Hacia una agricultura más sustentable y eficiente
Tal como cuenta la Ingeniera, los desafíos para el productor consisten en dirigir la agricultura hacia una práctica más intensificada donde el objetivo primordial es optimizar recursos. En cuanto a esto, cabe señalar que Eugenia está culminando su tesis entorno a las brechas de rendimiento y los factores que limitan el cultivo de soja en el oeste de la región pampeana. Ella comenta: “si bien la soja se adapta a distintos tipos de ambientes, siempre existe un rendimiento potencial máximo y el rendimiento que logra el productor. En mi tesis exploro cuáles son los factores que impiden alcanzar el rendimiento máximo y planteo estrategias para reducir esos condicionantes con el objetivo de que el productor los tenga en cuenta y actúe en función a eso”.
Algunas de las conclusiones llamativas a las que arribó Eugenia en su trabajo, y que aplican para nuestra región, guardan relación con la variabilidad en el rendimiento. “Esperaba que los resultados del rinde de soja sean similares en toda la zona. Sin embargo, hubo gran variabilidad. Me encontré con lotes que rendían 500 kilos y con otros cuyos resultados eran de 6700 kilos, y no en condiciones potenciales. Donde hay mucha variabilidad, hay mucho por hacer. Existe toda una gama de tecnologías, de insumos y de conocimientos que es posible aplicar”. Respecto a las estrategias empleadas, Blanco comenta que a la hora de sembrar soja los productores están muy condicionados por lo que hace el vecino. Y tal vez lo que hace el de al lado no es lo que mejor resulta. A través de su tesis detectó que los que se animaron a diversificar el cultivo fueron un 10% de la muestra analizada y esto representa un porcentaje muy bajo. “A veces tenemos al alcance de la mano las herramientas para mejorar el resultado productivo y no lo vemos, o por no arriesgarnos o por desconocimiento. Justamente lo que se está poniendo en juego ahora en el sector es ser más eficiente en el conocimiento y en la toma de decisiones, no sólo en el recurso”, analiza la profesional.
Este trabajo de investigación derivó en que Eugenia tenga participación en el Proyecto Nacional de Soja. El objetivo es generar una herramienta gratuita y de acceso público para facilitar la toma de decisiones del productor y, a su vez, contemplar la influencia de los efectos de la variabilidad climática y tecnológica. También existen aplicaciones de este estilo para trigo y maíz, que auxilian la toma de decisiones referentes a estos cultivos y el manejo de su fertilización. Los programas relativos a soja y maíz están en desarrollo y se espera que estén listos para la próxima campaña. La aplicación Triguero es la que actualmente está disponible y se puede descargar gratuitamente a través de la sección Publicaciones y Software del sitio web de AACREA: www.crea.org.ar. Esta herramienta le permite al productor plantear un escenario de fertilización. Da la posibilidad de definir niveles de nutrición, según el ambiente, el material sembrado y la expectativa de rinde y, de esta forma, encontrar la dosis óptima de fertilizante para un rendimiento objetivo. Tal como remarca Eugenia, “el fin es acercarle al productor una herramienta para auxiliar el proceso de toma de decisiones y hacer el trabajo rentable, sustentable y eficiente”.