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LA CULPA DE SER MUJER
- admin infociudad
El comienzo de este marzo no fue igual que siempre. Además de descuentos, ofertas y promociones para el día de la mujer las noticias informaron que las vacaciones de dos jóvenes argentinas terminaron de la peor manera. Marina Menegazzo y María José Coni aparecieron asesinadas y descartadas en una bolsa de basura a orillas de una playa en Montañita, Ecuador.Sus cuerpos no fueron los únicos que terminaron como desechos. En los últimos años decenas de mujeres aparecieron asesinadas y ultrajadas en bolsas de basura, al costado de una ruta o flotando entre las suciedades de algún rio. Sin embargo, cada vez que una tragedia como estas sucede, la víctima resulta culpable. A Marina y María José se las acusa de viajar solas, cuando en realidad fueron juntas.En septiembre de 2014 Clarín tituló “una fanática de los boliches que abandonó la secundaria” a una nota sobre Melina Romero, la adolescente que mataron a golpes y arrojaron en los fondos del rio Morón. El texto hace hincapié en la vida privada de la joven. Que nunca trabajaba, que tenía cuatro piercings y cinco perfiles de Facebook y que nunca decía en que andaba, como si esto justificara la violencia machista que la golpeó, la asesinó y la tiró como basura.Los adjetivos calificativos en estos casos se multiplican en los comentarios anónimos y cotidianos. “Trolita”, “putita” o “buscona” son algunos de ellos que denigran a esas mujeres sin vida y sin voces.Daiana García fue a una entrevista laboral y no volvió. Luego de una intensa búsqueda, fue encontrada muerta el 15 de marzo en una bolsa de arpillera en un descampado debajo de un puente de la ruta 4, en Lavallol. En los medios de comunicación comenzó a hablarse sobre el largo de sus shorts.A poco tiempo de cumplir un año de su muerte, su madre dijo en una entrevista a Cosecha Roja: “A Dai la encontraron en un bolsa y resulta que el problema era su ropa”Lola Chomnalez salió a caminar el 28 de diciembre de 2014 de la casa de su madrina en Valizas, Uruguay, hacia Aguas Dulce y nunca más regresó. Dos días después la encontraron muerta sobre unas dunas. Todavía no se conoce el culpable. Muchos se preguntaron por qué caminaba sola.Qué difícil le resulta a la sociedad cuestionarse la actitud machista y naturalizada que le salta y se expande cada vez que aparecen mujeres violadas, golpeadas o muertas: “mira la ropa que tenía”, “fíjate la pinta de vaga”, “¿Y dónde estaban los padres?”,“¿Qué hacían solas viajando por ahí?”Vivimos en un momento donde se nos exige a las mujeres cuidarnos en la ropa que elegimos, no andar solas, ser cautelosas para no provocar que un macho no se resista y nos viole. ¿No es acaso más lógico educar a los hombres que no se viola, tortura y asesina a las mujeres?La conmemoración de esta fecha no puede encontrarnos festejando, sino reflexionando y pensando la sociedad que queremos. Una sociedad donde podamos caminar solas sin que nos hostigue el acoso callejero, donde podamos recorrer cada rincón del mundo sin miedo a terminar muertas, donde podamos decidir sobre nuestros cuerpos y proyectos, donde no seamos una cosa que se usa y se desecha.Para cumplir con el sueño de una realidad más justa es necesario que se construyan relaciones más igualitarias entre hombres y mujeres, no solo en nuestro día a día, sino también desde políticas públicas y democráticas que apunten a promover la igualdad de oportunidades y el respeto hacia la libertad y autonomía de las mujeres.