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Adolescentes y salud mental: la importancia de la comunicación en la familia

Los adolescentes hoy sufren en silencio. ¿Qué estamos haciendo como sociedad? Un análisis necesario, en la mirada de la psicóloga Sheila Alzuarte

Éstas últimas semanas la comunidad se vio conmocionada por casos extremos de adolescentes que sufren en soledad. Una joven de 14 años de nuestra ciudad intentó quitarse la vida tirándose de un puente, un niño de 13 años de Mercedes se suicidó a causa del bullying que padecía en silencio. Estas situaciones nos hacen preguntarnos qué podemos hacer como adultos para prevenir y acompañar a nuestros jóvenes. Para responder este interrogante.

Infociudad consultó a Sheila Alzuarte, psicóloga especializada en violencia familiar, con una amplia trayectoria en el ámbito educativo y judicial de San Andrés de Giles. Actualmente forma parte del Equipo de Orientación Escolar del Colegio Sagrada Familia, donde trabaja con estudiantes de nivel primario y secundario, y se desempeña como perito en el Juzgado de Familia. Además, ha brindado charlas sobre educación emocional en escuelas públicas del distrito, consolidándose como una referente en salud mental infantil y adolescente.

Su experiencia en el Servicio Local de Protección de Derechos de Niños y Adolescentes, sumada a su trabajo en casos complejos, le ha permitido desarrollar una mirada profunda sobre los desafíos que enfrentan los jóvenes hoy. En esta entrevista ofrece herramientas concretas para que familias y educadores puedan detectar señales de alerta y construir vínculos más sanos con los adolescentes.

Infociudad: ¿Cómo ves la situación actual de los adolescentes y sus familias?

Sheila Alzuarte: Creo que las familias hoy sienten que quieren llegar a sus hijos, quieren saber como están, hay un deseo genuino en la mayoría de las familias, de los papás, las mamás y el círculo mas cercano, pero creo que hoy los adultos no contamos con esas herramientas y no sabemos como hacerlo. Yo creo que esta generación intenta, con el mayor de los esfuerzos y el mayor del amor a sus hijos, preguntarle como estas, como te fue, incluso algunos llegan a revisar el celular o a tomar otras medidas como mas sobreprotectoras, en un intento de cuidar a sus hijos y para saber como están. Y muchas veces se encuentran que del otro lado hay adolescentes que solo le responden “bien, bien”, pero que no terminan de comunicarle realmente lo que sienten.

Antes, unas generaciones mas atrás, el chico que estaba mal, que se sentía angustiado, que tenía algún problema o que algo le pasaba, la forma que tenía de manifestarlo era disruptiva, es decir, era el chico que se portaba mal en el salón, era el que se iba de la casa y no volvía a horario, era el que se trasgredía, el que se portaba mal, era el que fumaba o el que, de alguna forma, trasgredía un límite y eso se veía y quedaba muy expuesto. Hoy lo que sucede es que los adolescentes, la forma en la que tienen de trasgredir es en silencio y ahí es cuando creo que se provoca como el cruce generacional y donde surge el problema central. Porque hoy la forma en la que los chicos tienen de manifestar sus malestares son justamente aislándose, callándose, encerrándose en sus habitaciones, guardándose todas sus emociones.

Entonces muchas veces los padres dicen ¡ay, mi hijo está bien porque está todo el día en casa, sí está mucho en su habitación, sí está mucho con el celu! Eso a veces les llama la atención, pero como están en sus casas, como que pareciera que no hay peligro y justamente esa es la trampa. ¿Por qué? Porque ahí es donde están los mayores peligros, en que el chico esté callado, en que esté aislado y en que solo esté encerrado en su habitación o con la tecnología. Primero y principal porque con los videos, con los juegos en línea, con las apuestas, con todo lo que hay en internet. Es muy difícil que los padres sepan qué están viendo, qué están consumiendo, con quién están hablando. Es más, niños muy pequeños están jugando al Free Fire o juegos muy comunes y sin embargo están hablando con desconocidos y le están dando información o se sienten acosados o un montón de veces terminan expuestos a situaciones que no saben qué hacer dentro de juegos adentro de una casa, donde tal vez los padres creen que ese niño está hablando con sus amiguitos y eso a veces no pasa. Además están bombardeados de un montón de información que los adultiza.

IC: ¿Entonces qué pueden hacer los adultos para revertir esta situación?

SA: Nuestro desafío es crear canales de comunicación, para que estas cosas no se pierdan de vista y que no quede solo en una sobreprotección. Porque incluso un montón de papás revisan los celulares y es importante saber que los chicos hoy ni siquiera se escriben por WhatsApp, hoy se escriben por otros medios alternativos, entonces tampoco se van a terminar de enterar lo que sucede porque miren WhatsApp porque ya nosotros nos quedamos como obsoletos con los medios de comunicación de nuestros hijos.

Creo que el desafío está en crear canales de comunicación. ¿A qué me refiero con canales de comunicación? No solo preguntar a nuestro hijo cómo estás, cómo te fue en la escuela, sino que es una construcción un poco más profunda. Encontrar tal vez un momento de calidad con nuestro hijo, salir a caminar, tomar un mate, tomar un helado, compartir fútbol o alguna actividad, que permita algún momento íntimo a solas y empezar tal vez hablando un poco de cómo está uno, empezar de a poco a no minimizar, a entender qué sienten. Porque también hay como una cuestión de querer que ya ese canal se cree y la realidad es que es un proceso. Solo aquellos padres que vienen trabajando desde muy chiquititos, esa relación de confianza con sus hijos, son los que logran en la adolescencia tener un hijo adolescente que básicamente se abre y les cuente todo lo que les pasa, pero en general eso no ocurre.

Me parece que la paradoja de hoy en día es creer que estamos súper comunicados, cuando en realidad cada vez estamos menos comunicados, o sea cada vez los chicos socializan menos, cada vez lo hacen menos cara a cara. Cada vez nosotros estamos menos con nuestros hijos, porque como adultos le exigimos a nuestros hijos que dejen el celular, pero nosotros tampoco podemos dejarlo muchas veces, entonces me parece que también cuando pensamos en replantearnos qué nos pasa con la salud mental de los jóvenes, el primer paso es pensar qué pasa con la salud mental de los adultos.

Muchos adultos pretenden que sus hijos les cuente cuando están mal, pero los mismos adultos no se muestran cuando están mal, se esconden para llorar, se muestran siempre fuertes, se muestran siempre bien, y eso es lo que después básicamente nuestros hijos repiten, entonces yo creo que también un poco la cuestión está orientada a los adultos, porque si no siempre el foco se pone en qué le pasa a los jóvenes, cuando estos jóvenes son el producto de nuestras formas de criar como adultos, entonces el primer replanteo tiene que ser hacia nosotros, que claramente estamos mejorando como sociedad, y tal vez hoy los padres le preguntan a sus hijos cómo están, que tal vez hace dos generaciones más atrás eso ni siquiera ocurría, pero nos falta seguir aprendiendo creo yo.

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