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El gilense Mariano Duarte, médico del Hospital de Clínicas, habló con La Prensa sobre los mitos y verdades de la hipertensión arterial

La hipertensión arterial es el factor de riesgo más importante para padecer enfermedad cardiovascular prematura (infarto de miocardio, accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca), como así también es una de las causas más frecuentes de insuficiencia renal crónica y diálisis. Así lo enfatiza al longevo medio La Prensa, el doctor gilense Mariano Duarte, jefe del Laboratorio de Hipertensión Arterial del Hospital de Clínicas “José de San Martín”, al tiempo que advierte que su prevalencia actual es muy elevada, ya que afecta en nuestro país a uno de cada tres adultos.En relación a las causas de la hipertensión arterial, el experto señala que se deben considerar dos grupos: la hipertensión primaria, que se da en nueve de cada 10 personas, y la hipertensión secundaria. “En la hipertensión primaria no hay un único agente causal, sino una poli causalidad, involucrando mecanismos neurales, renales, endócrinos, humorales y vasculares, todo ello sobre la base de una predisposición genética”, detalla Duarte.Por otra parte, la hipertensión secundaria “es consecuencia de una enfermedad o circunstancia específica. Por ejemplo, un desorden endócrino con exceso de hormonas capaces de inducir hipertensión como aldosterona o catecolaminas; o afecciones como la insuficiencia renal, la obstrucción de la arteria renal, la apnea del sueño o la obesidad mórbida. También hay causas medicamentosas por la ingesta regular de fármacos o el consumo de drogas de abuso”, añade.LP: ¿Cómo se diagnostica la hipertensión arterial?MD: Para ello se requiere de un instrumental básico que consiste en un tensiómetro, el cual puede ser analógico (tensiómetro aneroide) o digital y de un personal capacitado adecuadamente. El instrumental debe calibrarse periódicamente y recomendamos los dispositivos automáticos que se colocan en el brazo y no en la muñeca.Luego de una adecuada toma de la presión arterial, que incluye varios registros sucesivos, los pacientes que presenten valores por encima o iguales a 140/90 mm Hg en dos a tres consultas separadas por una semana, serán considerados hipertensos. Cabe aclarar que, en los casos de pacientes con daño de órgano blanco hipertensivo -es decir, compromiso o afección cardiovascular, cerebral, renal u ocular por la hipertensión- se puede establecer el diagnóstico en la primera consulta. Además, los pacientes con daño de órgano blanco son considerados de alto riesgo.LP: ¿Existe el efecto o la hipertensión de “guardapolvo blanco”?MD: Sí. Ocurre cuando los pacientes tienen cifras más altas de presión arterial en la consulta médica que cuando están en sus hogares. Es decir, estos valores de consultorio no se mantienen en forma sostenida en el tiempo, sino que se elevan sólo en ese momento. De este modo, ellos pueden referirnos que cuando se toman la presión en su domicilio es más baja o normal. Sumado a esto, al evaluarlos más profundamente, no se hallan evidencias de daño de órgano blanco, y el monitoreo ambulatorio de presión de 24 horas (presurometría), comprueba los dichos del paciente, es decir promedios tensionales normales. A pesar de ello, estos pacientes deben mantener conductas saludables para prevenir el desarrollo de una hipertensión futura.LP: ¿Cuáles son los síntomas de la hipertensión? ¿La ausencia de síntomas es sinónimo de que la persona no padece la enfermedad?MD: Los síntomas que pueden hacernos sospechar en hipertensión resultan inespecíficos, como la cefalea persistente, que puede ser o no pulsátil: también es posible que se perciban latidos cardíacos enérgicos (palpitaciones) y cierta molestia o disconfort al respirar. Pero es importante resaltar que la mayoría de los pacientes con hipertensión no tiene ninguna sintomatología y ello ocurre aún cuando las cifras de presión son realmente elevadas y entrañan riesgo de sufrir un evento cardiovascular.LP: ¿En qué consisten las medidas de prevención?MD: Incluyen la incorporación de actividad física aeróbica regular, evitar el sobrepeso, mantener una alimentación saludable (rica en vegetales, frutas, cereales, adecuada en proteínas y aceites vegetales, baja en sodio, harinas y grasas saturadas), suspensión del tabaco, evitar los excesos de alcohol y no consumir drogas de abuso. Estas medidas son de suma importancia para prevenir que las personas con factores de riesgo y antecedentes familiares sean futuros hipertensos.En relación a las edades tempranas de la vida, resulta preocupante el aumento de los índices de sobrepeso y obesidad infantil, los que están principalmente relacionados con una alimentación en la que abundan las comidas rápidas -no hechas en casa-, con altísimos contenidos de harinas y azúcares (incluyendo gaseosas y golosinas), la pérdida del orden en la distribución de las comidas y, sumado a ello, el aumento de la exposición a las pantallas de todo tipo, que los aleja del juego y la actividad física al aire libre.LP: ¿Si una persona tiene antecedentes familiares de hipertensión implica que no podrá prevenirla?MD: No. Sólo implica que tendrá más riesgo de padecer hipertensión que si no tuviera dichos antecedentes.LP: ¿Qué postura hay que adoptar frente al consumo de sal?MD: El sodio nos permite mantener los líquidos de nuestro cuerpo y no perderlos. Debido a ello, en nuestros centros nerviosos más primitivos la avidez por el mismo puede rozar el placer y muchos pacientes pueden referirnos eso al decir que lo necesitan imperiosamente o que no pueden ingerir alimentos sin sodio. En realidad, comer con cantidades bajas de sal no aumenta significativamente la presión, por lo que los pacientes hipertensos pueden consumir dosis bajas de sodio en las comidas sin mayores inconvenientes. Para decirlo de otro modo, el problema no es el contenido de sodio del agua mineral o del agua de red, ni el que contienen el pan o las galletitas. Debemos enfocarnos en evitar los alimentos con cantidades muy elevadas de sodio, como comidas no hechas en casa (pizzas y empanadas), o como aceitunas, snacks, conservas, fiambres, quesos duros salados, etc. La ingesta regular de estos alimentos conlleva aumentos sostenidos en la presión arterial y promueve la retención corporal de líquidos, especialmente a nivel de los miembros inferiores.LP: ¿Hay sales más conveniente que otras para prevenir o controlar la hipertensión?MD: No. Lo importante es no excederse con ninguna de ellas. Como sabemos, están disponibles distintos tipos de sales para el consumo. Así tenemos, por ejemplo, la sal común de mesa, que está compuesta básicamente por cloruro de sodio, con pequeñas cantidades de magnesio y potasio. Esta sal contiene iodo por ley y éste es utilizado por nuestro organismo para formar las hormonas tiroideas. Hay sales con menor contenido de sodio, enriquecidas con cloruro de potasio, muchas veces promocionadas para los pacientes con hipertensión. Existen otros tipos de sales que no se obtienen de la roca, como la sal marina, que se extrae evaporando el agua de mar. Contrario a lo que se cree, esta sal suele ser muy rica en sodio y en iodo.Como vemos, hay diferentes tipos de sales y todas ellas pueden ser utilizadas por los pacientes hipertensos, en bajas cantidades, conociendo las diferencias entre ellas e informándose con el médico tratante.LP: Una vez diagnosticada la hipertensión ¿es útil el auto-monitoreo?MD: Sí. El auto-monitoreo de la presión arterial con dispositivos digitales automáticos que se pueden tener en el domicilio constituye un avance muy importante. Esto le permite al paciente la toma de la presión en un ambiente con menos nerviosismo que en un consultorio o que en un ambiente externo como una farmacia o un centro de salud. Además, el tensiómetro siempre le tomará la presión del mismo modo y evitará así la variabilidad de las tomas por diferentes personas y con diferentes dispositivos. Es necesario contar con una breve instrucción de cómo debe realizarse la toma, que comprende al menos estar sentado cómodo, con el brazo descubierto y apoyado, con un reposo previo de cinco minutos, sin haber previamente fumado o ingerido comida o café, con los pies apoyados y el manguito colocado adecuadamente en el brazo. Así el médico indicará si debe tomarse todos los días y evitará que el paciente realice múltiples tomas diarias, lo que no es aconsejable.LP: ¿Quiénes deben tomar medicación?MD: Los medicamentos que descienden la presión arterial no actúan sólo en el momento de la toma, lo hacen en forma sostenida durante varias horas. Por ello, para el tratamiento farmacológico debe comprobarse la existencia de hipertensión sostenida y no episódica. Así, en forma general, podemos decir que los pacientes en los que se han comprobado cifras de presión arterial iguales o mayores a 140 / 90 mm Hg, tienen la recomendación de inicio de tratamiento antihipertensivo. Siempre deberán ser acompañados de las medidas de prevención no farmacológicas mencionadas previamente.En síntesis, la hipertensión arterial afecta a millones de personas en todo el mundo y a uno de cada 3 personas adultas en nuestro país, por lo que concientizarnos de ello y hacerlo con nuestros pacientes resulta primordial. A través de estos conceptos y sumando el auto-monitoreo, los pacientes adquieren conocimientos básicos que les permiten cuidarse más y mejor, y lo que es más importante, saben cómo hacerlo.LP: Si la medicación logra bajar la presión arterial ¿se puede dejar de tomarla después de un tiempo?MD: No. Cuando la hipertensión arterial se controla adecuadamente con medicación es muy frecuente que los pacientes consideren que pueden, por su cuenta, discontinuar o suspender el tratamiento. Al hacerlo, progresivamente se irá instalando nuevamente la hipertensión, y como ya fuera explicado, lo hará en forma silenciosa.LP: ¿Qué ocurre cuando no se logra bajar la presión arterial pese a la toma de medicamentos y los cambios en el estilo de vida?MD: En ese caso deberá asociarse otro medicamento anhipertensivo e instituirse un tratamiento combinado, que puede contener hasta tres o cuatro fármacos diferentes con distintos mecanismos de acción. Además de ello, en estos casos deberán considerarse causas de hipertensión secundaria.
Nota realizada por Agustina Sucri para La Prensa

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